domingo, 25 de abril de 2010

Tareas domésticas (La rana que quería ser una rana auténtica - Augusto Monterroso)

lápices de niñitaLas manchas de la alfombra, la suciedad pegada en la cocina, la tierra bajo los sofás, son parte de la interminable lista de tareas de Irma. Esas en las que se maneja con profesionalismo, que la hacen gozar, a través de las cuales demuestra amor (como diría una alumna aplicada de alguna doctrina sectaria). Pero no siempre ha sido así. Es cierto que algunas tareas se le hicieron simples desde el principio, y otras no tanto.

Luego de varios dolores de espalda descubrió que no había un producto para limpiar el piso y lograr ese brillo perfecto que prometía el envase. Experimentó, hasta que llegó a la no poco laboriosa misión de 4 pasos: barrido, aspirado, lavado y, secado con tela seca.

El guiso de perejil también le había salido complicado. Años de probadas desabridas y fuertes tuvo que resistir para llegar a la receta perfecta, la favorita de la familia.

Irma era casi una súper mujer dentro de la casa.

Casi, porque su piedra en el zapato era el lavado de ropa. Todos los días alguien se quejaba, como en las series norteamericanas, de su camiseta blanca ahora rosada, de su camisa celeste, ahora lila, de sus jeans claros, ahora rosados, y los calzoncillos... Obviamente todos rosaditos. La querían mucho, y las quejas le llegaban de manera respetuosa casi siempre, a no ser que alguien amaneciera de mal humor, como es normal en la mayoría de las casas. Estaban acostumbrados, y ya no era motivo de pelea, pero sí de mucha frustración para Irma, que veía truncada su realización.

Como en los cuentos felices, un día Irma ideó un plan, cambió detergente, separó ropa, eliminó fibras, mejoró la temperatura del agua, y por fin dominó esta labor rebelde. Era realmente muy difícil de creer, cómo estaba contenta esta gente, lloraban y reían, y abrazaban al doctor que sentenció: "Señor, niños: la mamá espera una mujercita".

viernes, 23 de abril de 2010

Brillo en la opacidad.

Érase una vez una chica adolescente a mitad de los 80's. Era una chica cualquiera buscandose una identidad propia. Había muchas opciones para elegir y no sabía cual tomar. Tenía 18 años y se decía a sí misma que no tenía prisa en decidirlo como la mayoría de sus amigos que ya estaban envueltos en un rollo propio en alguna sub cultura o en lo más comercial del momento dado el caso. Estaba esa moda pop con sombreros, mallones y sacos de hombreras enormes, estaba el heavy metal con su big hair, estaba el agonizante punk, el recién nacido gothic, incluso el rollo de Madonna y las chicas materiles. Ella no sabía cual elegir, daba vueltas en torno a su guardarropa en pos de algo que la hiciera sentir bien con ella misma. Probó prácticamente todo. Un día la podías ver emocionada dando saltitos oyendo Holiday lo mismo que el mes siguiente haciendo headbanger y jurando que amaba a Mötley Crüe y que se iba a inyectar whisky en las venas como Nikky Sixx. En realidad y secretamente se sentía más cómoda escuchando grupos como Alex Sex Fiend que oyendo a Bananarama y a The Bangles. Así que tampoco fue extraño verla de repente vestida de colores oscuros y con crepé hecho en el cabello. Se paseaba sonámbula escuchando cintas de David Bowie y leyendo a Edgar Allan Poe, le gustaba, se sentía bien en ese mundillo. Hasta que...
Hasta que un día su hermana y una de sus más cercanas amigas fanáticas de las películas de Molly Ringwald y Patrick Swayze, arduas oyentes de Michael Jackson y A-Ha empezaron a críticar su estilo y a burlarse de ella. De inicio las ignoraba, pero sus constantes y mordaces comentarios empezaron a hacer mella en su incipiente autoestima. Había pocos como ella, era más frecuente ver chicas y chicos con cabello a lo Miami Vice que con una mohicana y con crepé. Empezó a preguntarse si había elegido la opción adecuada, ya que le importaba lo suficiente lo que los demás opinaran de ella como para hacer dudar su propio juicio. Así que volvío a dejarse llevar por la valiosa opinión ajena dejando la propia de lado...lentamente comenzó a despojarse de su indumentaria para dar paso a la moda pasajera que estuviera en boga en ese momento, a encajonar sus cintas y viniles para oir a quién se pusiera de moda y alocara a su hermana la normal y a sus amigas las lindas. Mc Hammer, Vanila Ice, basura, sólo basura le parecía...Así pasaron los años, hasta que dejó su adolescencia y se convirtió en una adulta que reprimía la mayoría de lo que le gustaba. Uno de esos días de trabajo en sábado informal se le ocurrió ir con una de las tantas camiseas de grupos que secretamente adoraba y apilaba en el clóset...por un momento temió ser mal mirada por llevar una camiseta de Siouxsie con Robert Smith. Uno de sus compañeros, más o menos de la edad se acercó y alabó su playera, comentándole que él en sus años mozos había sido punk. Ella se sintió halagada hasta el punto de no sólo agradecer, si no de sonreír. Un par de horas despues, escucharía a su compañero hablar con uno de los encargados de área sobre ella:

-Pues tiene futuro...pero no sé hay algo en ella que no me termina de convencer.
-¿Cómo qué es?
-No sé, como que le falla algo de autenticidad o seguridad en su personalidad, y necesitamos a alguien seguro para este proyecto. Le falta pasión.
-¿A razón de que lo notaste?
-De que se reprime un poco o no se encuentra a sí misma. Mirala, es taaaan fresita aparentando ser alternativa...sólo observa su playerita...Lástima. La creí más genuina y sólo es una pose de rudeza para una chava fresa. Hubiera llegado lejos en éste proyecto.
-Pues ni modo.
-Será para otro, chequemos el trabajo de Karina.

Ella sintió como si le cayera agua fría encima. Tantos años, tantos años, dejando todo de lado, su música, su ropa, lo que de verdad había querido estudiar. Todo para que en un momento cumbre en su trabajo alguien con ojo crítico notara su auto-engaño. Se sentía como un plato de ancas de rana a las que hubieran confundido con un pedazo de pollo. Vil.


(La rana que quería ser una rana auténtica, Augusto Monterroso.)

jueves, 22 de abril de 2010

Encuentros

Hace rato que Ana no maneja, así que el tiempo de la oficina a la casa y de la casa a la oficina, aunque sea poco, para leer salva. Por eso un largo fin de semana en la playa, con el último libro de la historia del tío perdido en Usa, es un plan total para degustar en forma lenta su placer nada de culpable. Desde hace mucho que ella lo ama, como escritor por supuesto, y ha leído todo lo que ha escrito. Es unos años menor que ella, cosa que antes no sabía; se lo imaginaba muy joven, pero no, es casi de su generación. Sonríe, es placer lo que le provoca el ocio y la lectura, bajar por la larga escala que lleva de la casa hacia el camino y luego de las rocas a la playa.

Tiende el pareo y moldea la arena con los pies desnudos, acomodando el cojín Doisneau; saca los cigarros y el encendedor, los lentes y los fonos, sintoniza a John Mayer; un ritual de mañanas de niebla, donde apenas se divisa gente, de tardes de veranos añejos y de los que vendrán, con pocas variaciones. Abre el libro y el marca-pàgina está donde terminó de leer la última vez. La azafata esta dando las indicaciones de abrochar los cinturones de seguridad, apagar los celulares, acomodar los asientos y a los pocos minutos siente el vacío bajo sus pies, ese vértigo al despegar el avión de la tierra; mira a la gente que abre sus periódicos, acomodan sus bolsos, hablan en voz baja.

Y lo mira a él; llevan varios viajes juntos; lo acompaña en el intento de transcribir su infancia, de su padre y la desaparición de Carlos; la ultima vez él le mencionó que estaba pensando dejar la historia hasta ahí, “quien soy yo para desenterrar y exponer la vida privada de la familia”; ella toma su mano que sostiene un whisky, y le dice:

- Nadie que se pierde por su voluntad puede ser feliz, Alberto, no es lo que decía tu amiga? de alguna manera es tu historia también. Que genial habría sido haber crecido en Los Angeles, y luego volver a Chile, haber tenido papá y mamà juntos, al menos por un rato, haber tenido vida de cabro chico, todas las películas que viste, los amigos y los juegos, los viajes con el abuelo, y este talento bestial para poner en letras de molde tanto vivido. Sabes que te entiendo, y aunque hay tantas cosas que no se, somos tan iguales en esa soledad pegada a los huesos, ese autismo como lo llamas tu, que no es mas que tiempo que le robamos al mundo para vivir nuestros propios mundos, para escribir, leer y encontrarnos. Tienes que contar esa historia, en una de esas te salvas tú también.

La mira pensativo, emocionado, y se queda pegado mirando la ventanilla del avión, traspasando el aire: “Ana”, la siente, pero esta solo. En el asiento contiguo solo hay un libro, su libro, impreso. Lo abre y cae arena, y un marca-páginas de pluma.

Cuento: Continuidad de los parques, de Julio Cortázar.

miércoles, 21 de abril de 2010

La Perra

Yo era gorda, bajita, pecosa y de pelo enrulado, de un rubio amarillo como paja seca. Las Perras en cambio, oh, como me gustaba llamarlas "Las Perras" en secreto, era todas delgadas, altas y de pelo liso y rubio claro sedoso. En cortas palabras, ellas eran lindas y yo era fea. Mi único atributo era tener los senos ya desarrollados y ponía la atención sobre mi pecho en cada ocasión que podía. Solía llenarme de caramelos los bolsillos de la blusa. Los chicos no podían evitar dirigir sus ojos hacia mí, caramelos y tetas, aún indecisos en esa edad entre la niñez y la adolescencia. Me gustaba que me miraran.

Yo envidiaba tanto a Las Perras como ellas me envidiaban a mí. Se hacían mis amigas, fingiendo como serpientes venenosas listas para morder mi mano, pero siempre supe que me miraban en menos. Yo no era como ellas y me lo recordaban a cada instante, sin embargo yo tenía algo que ellas querían y que para ellas era imposible conseguir: Mi padre era dueño de una librería.

Cómo gozaba en cada cumpleaños al que me invitaban, en un patético intento de recibir de mí un libro de la librería de papá. Y cada vez me daba el gusto de verles la cara de desilusión cuando abrían el pequeño sobre que contenía la postal de Recife. Siempre les regalaba las mismas postales, con el mismo paisaje y el mismo mensaje con palabras estúpidas como "fecha natalicio" y "recuerdos". Ellas nunca aprendían. Eran sencillamente idiotas.

Había una, la Perra Pequeña, como me gustaba llamarle, que era la más patética de todas. Yo no sé si la odiaba o la despreciaba, tal vez las dos cosas. Le gustaba leer y me daba asco que se rebajara hasta lo imposible por un miserable libro. Me imagino que lo hacía porque tenía esperanzas, conseguir un libro era algo posible de que sucediera, yo en cambio me había resignado a mi grasa, a mis cortos centímetros y a mi pelo imposible, lo único que me quedaba era mi rencor. Yo nunca sería como ella, sabía que se sentía superior a mí, pero ella no se daba cuenta de que era yo quien tenía el poder, era yo quien decidía y era yo, al final, quien la sometería a la humillación final. Yo estaba harta de sus comentarios a mi espalda, de que dijera que "Dios le daba pan a quien no tenía dientes", de que se riera junto a las demás Perras en la clase de gimnasia.

La Perra Pequeña me pedía libros prestados. Yo se los entregaba como si fueran un trozo de mierda de perro recogido de la calle, como si no me interesaran, y mi plan surgió efecto: La Perra Pequeña se obsesionó con los libros y cual adicto, quería más y más. Un día le dije que tenía un libro que sabía le interesaba hace tiempo: El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.

Oh, pobre idiota. Aún me la imagino llegando a casa ilusionada, pensando en que al día siguiente tendría en sus manos un librote gordo que le llevaría muchos días leer, soñando con el libro, esperanzada y feliz. Nunca pensé que sería tan tonta y que mi venganza, deliciosa venganza, sería tan fácil. Al día siguiente apareció por mi casa a la hora convenida. Abrí la puerta con el placer cosquilleándome el vientre. Ahí estaba ella con los ojos húmedos de Perra Callejera, con la boca abierta de Perra hambrienta y las manitos extendidas en una muda súplica pedigüeña de Perra Desamparada. No la hice pasar. Una Perra Maloliente como ella no merecía entrar en mi casa. Me tomé mi tiempo para observarla, para mirar y recordar cada detalle de su persona patética, y le dije, mirándola fijamente a los ojos, que le había prestado el libro a otra niña y que volviera al día siguiente a buscarlo, a la misma hora.

Ese día pensé que mi plan no iba a resultar. El libro, como dije, era grande, y nadie, ni siquiera un adulto, podría haberlo terminado a tiempo. Pero la Perra Pequeña demostró cuan estúpida era y volvió al día siguiente, con la misma cara de Perra Lastimera a buscar el libro. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero fueron muchos días, hermosos días en que me reía de ella en el colegio, en que ella me sonreía y me hacía gestos de amistad pensando en que ese sí sería el día en que más tarde, parada en la puerta de mi casa, recibiría el libro de mis manos. Me gustaba alargar su tortura, a veces le decía que el libro me lo habían devuelto, pero que como no la había visto, se lo había prestado a otra niña. La Perra Pequeña entonces vivía pegada a mí, esperando por una señal divina, esperando por el libro con el que soñaba.

Un día todo se vino abajo. Mientras le repetía la eterna excusa de que el libro lo había vuelto a prestar y que volviera al otro día, apareció mi madre a mis espaldas. Sentí que el corazón se me caía al vacío. Yo era como papá, baja y gorda, pecosa y de pelo seco. Ella, mamá, en cambio, era una Perra Hecha y Derecha. De niña, lo había visto en antiguas fotos, era idéntica al grupito de Perras que hacían mi vida imposible. Yo sé que me odiaba en secreto y que se despreciaba a ella misma por haber parido algo tan repugnante, algo tan distinto a ella. Y fue ella, la Perra Madre, quien nos pidió explicaciones y le dijo a la Perra Pequeña que el libro jamás había salido de la casa, que podía llevárselo y quedárselo todo el tiempo que quisiera. Juro que vi que la Perra Pequeña flotaba cuando se alejó de mi casa con el libro dulce y fuertemente abrazado.

La Perra Pequeña nunca me devolvió el libro, y aunque lo hubiera hecho, no se lo habría recibido. Cuántas veces me imaginé ese momento, ella devolviéndome el libro y yo tomándolo con la punta de los dedos, acercándolo a mi nariz y dejándolo caer, diciéndole que el libro olía a perro, o a caca de perro, y yéndome, dándole la espalda, sin volverme a mirarla. Pero eso nunca sucedió.

Años después volví a encontrarme con la Perra Pequeña. Ella se había convertido en escritora y yo era dueña de la librería de mi padre. Apenas vi su libro con su nombre en grandes letras carmesí corrí a abrirlo. Busqué desenfrenada entre sus hojas mi nombre, mi aspecto, mi grasa y mis pecas, algo sobre mí. Había solo un pequeño relato. Una mierda de cuentito en el que hablaba de sus sentimientos y en el que me pintaba a mí como un monstruo, sin mencionar, claro, cómo se burlaban ella y las demás Perras de mí y de mis tetas inmensas. Contaba el episodio del libro llamándolo tortura china. Lo leí una, dos, mil quinientas setenta y ocho veces. Sonreí cuando cerré el libro. A veces vuelvo a leer ese pequeño relato y sigo sintiendo el mismo cosquilleo de placer con cada una de sus palabras.


(Cuento Modelo: Felicidad Clandestina de Clarice Lispector)

martes, 20 de abril de 2010

En la casa de Dios.

Cuando el hermano Marco se ordenó, los curitas de blanco le dijeron que allí encontraría la salvación, pero los curitas de blanco eran muy estrictos y tenían muchas reglas: había horas para dormir, para jugar, para rezar, para estudiar. Sentía que su vida estaba controlada y bajo vigilancia constante y el hermano Marco sentía que en ese vino de consagrar se colaban unas pepitas que lo adormilaban.

El hermano Marco no era demasiado inteligente, pero era muy sagaz con las cuentas, por lo que uno de los curitas de blanco le delegó la responsabilidad de los presupuestos. Todos los días debía sumar y dividir en las planillas las operaciones financieras básicas. Pronto fue capaz de organizar el presupuesto mensual del monasterio para que el rector no se diera cuenta del pequeño pero constante hilito de dinero que desaparecía de las arcas.

En los libros de cuentas figuraban los alimentos, las verduras, los pagos de los servicios, las sábanas, los detergentes, el jabón líquido, las medicinas con sus precios cotidianos, pero el hermano Marco hábilmente aumentaba los precios, dividía los porcentajes y alteraba las cifras para obtener esa ganancia extra que tanto atesoraba.

Pero, ¿por qué el hermano Marco ponía en riesgo su reputación, su hogar, su espiritualidad y su integridad quebrantando el cuarto mandamiento? Porque en la soledad del monasterio, con la vida de abstinencia aburrida y las pepitas somníferas, el hermano Marco recuperaba pacientemente el tesoro que le fue robado cuando lo declararon mentalmente inestable y lo encerraron en ese tal centro llamado “Instituto mental: La casa de Dios”.

(Cuento modelo: La rana que quería ser una rana auténtica, de Augusto Monterroso)

lunes, 19 de abril de 2010

La dinámica del taller

Tengo que verme en la obligación de subir esta entrada en medio de una tarea debido a algunas preguntas que me han hecho.

A ver... el taller, lo explico de nuevo, funciona de la siguiente forma: Tito es el profesor, quien nos da la tarea a escribir cada primer y tercer jueves del mes. Apenas sube la tarea pueden empezar a subir sus escritos. El plazo para subir los escritos es desde que se sube la tarea hasta el lunes subsiguiente, es decir, tienen un plazo de 11 días para pensar, escribir y subir al blog lo que han escrito. Por favor, NO suban escritos después de ese lunes. Es entendible que en algunos casos hay otras cosas que hacer y no queda otro momento, por eso les recomiendo que apenas puedan, hagan su tarea y la suban y no que esperen hasta último momento.

Desde el lunes en que ya no se pueden subir las tareas hasta el miércoles dos días después es el tiempo en que comentaremos los escritos de nuestros compañeros y compañeras. Sí, también tenemos que comentar lo que los demás escriben, porque en un taller literario en el que la gente se reúne en persona, los demás escritores comentan los escritos de los compañeros, y este taller virtual no será la excepción. Si alguien desea escribir y que le comenten pero no comentar a los demás, les sugiero que busquen a alguien que les pueda corregir sus textos en privado, ya que el taller lo creamos de forma de hacerlo lo más similar posible a uno real y con interacción de todos los participantes.

Alguien me preguntó porqué hay gente que se ha inscrito y no ha escrito. No lo sé. Solo hay una persona que me avisó que iba a estar ausente por un tiempo y esa persona es Katty. Yo le he enviado invitaciones a todos los que me han pedido, mas allá de eso, no puedo hacer. Tampoco puedo obligar a nadie a escribir. Es un taller voluntario, en el que NO le estamos pagando a Tito por el tiempo que se toma en hacer las correcciones/críticas ni por darnos las tareas cada semana. Quizás si fuera un taller en el que se paga todos participarían activamente porque no quieren perder el dinero... No lo sé. De todas formas, el compromiso más que con los compañeros de taller es con uno mismo. Si a uno le gusta escribir y quiere mejorar, practicar y aprender, este es un buen lugar.

Alguien me dijo que quizás algunas personas que han dejado de escribir lo han hecho porque "sienten que sus escritos son peores que otros". A eso no puedo responder porque nadie me ha dicho eso. Si alguien deja de participar porque cree que los demás escriben mejor, me parece una tontería, esto no es una competencia de quien escribe mejor o peor, a nadie le daremos un premio ni le publicaremos un libro por escribir acá. El único objetivo es tratar de aprender y de hacer lo que nos gusta: escribir.

Para terminar, estoy súper agradecida de la labor de Tito y de quienes han decidido participar en el blog y lo han hecho. Por favor, respeten los plazos y comenten los escritos de los demás participantes.

viernes, 16 de abril de 2010

Primero leo, luego escribo

Antes que nada, disculpen por el retraso en subir la tarea de esta semana. Tuve problemas -digamos- de organización personal y de mala onda del tiempo hacia mi persona. Ahora, a lo que nos convoca.

Una vez transcurridas las primeras semanas de taller y en vista de que de a poco han ido soltando la mano, es tiempo de comenzar a pulir la pluma. Por ello, como soy un convencido de que el mejor método para "perfeccionar" la escritura es leer vorazmente, el ejercicio de esta semana vincula lectura y escritura. La idea es que lean tres cuentos cortos (que a continuación propondré), elijan uno y escriban su propio relato breve imitando el estilo o la temática del texto seleccionado. Los cuentos a leer son los siguientes:

a) Continuidad de los parques, de Julio Cortázar.
b) La rana que quería ser una rana auténtica, de Augusto Monterroso.
c) Felicidad clandestina, de Clarice Lispector.

Una vez que hayan elegido uno de los tres cuentos y que, posteriormente, hayan escrito su propio relato usando aquel texto como modelo, deben publicar su creación acá en el blog. Además, deben señalar entre paréntesis en el título en cuál de los tres cuentos se inspiraron. Recuerden que tienen plazo hasta el lunes subsiguiente para subir los textos al blog.

Playing with fire.

Soy una mujer complicada, del mañana...siempre dejo muchas cosas para mañana en lugar de hacerlas al instante. Me gusta atrapar a esa hadita odiosa llamada Inspirancia que ya no gusta tanto de sentarse en mi hombro a canturrear mientras yo me dedico a dibujar, a estudiar o a escribir, ya no viene. La llamo y la llamo y no aparece, es una jodida perra. ¿Por qué me complico la vida? Tal vez porque no estoy hecha para una existencia llana. A veces me interno entre sombras, corro, giro y me caigo, alguna veces. Otraz grácilmente brinco los obstáculos o sólo los tiro. ¿Necedad?
Como cuando voy de juerga y aunque se que el cigarro me provoca dolor horrible de cabeza y resaca me fumo media cajetilla en cadena. O se que no debería beber tanto y me tomo muchos litros de cerveza...o como en este caso, me pongo a jugar con fuego al pararle bola a un pendejo que amé mucho en su momento y que también me hizo sufrir demasiado hasta no hace mucho. Ajá. Despues de ya prácticamente un par de años de pelear constantemente, de ser amigos dos días y mandarnos al coño 3 meses, de soportar sus bajezas de como se pasea con una lagartija precolombina en mi cara...dije...a la pito, voy a ser tan cínica, polígama y puta como me plazca y como lo fuí hace unos años, donde sólo me concierne una persona: YO. Tal vez no elegí a la persona más adecuada para reanudar mi perrez: mi ex-porkchop. Es un test a mí misma. Sé Perra, sé Perra es la consigna. Usarlo. Así como debe ser. Un juguete, de muchos, en una caja. Así que cero que te influya...supongo que se siente un dios y ni imagina que pensaba en una chica mientras me hacía sexo oral en el estacionamiento de la zona federal aduanera. Cuando leo Como Agua Para Chocolate casi nunca soporto las ganas de seguir leyendolo y lo devoro hasta que lloro con Tita. Y sueño con Pedro. Me puse a cantar pontos de umbanda mientras curaba al gato y lloré mucho sobre el porque no quería que muriera y todo lo de los últimos malos días salió ahí. Me sentí Tita, haciendo riachuelos salinos. Pero no, sólo fueron algunos charcos. Hoy amanecí menos desecha y me fuí por la mañana fría canturreando a New Order. Me salvas música, te amo.

domingo, 11 de abril de 2010

¿Pasa algo?

Inhalador. Muchas veces me siento ridícula poniendo tan sólo palabras separadas por puntos. Pero de eso, a recurrir a los puntos suspensivos… Suspiro. Recuerdo cuando tus suspiros se escribían entre paréntesis, no sé ni porque me acuerdo de ti, tienes ojos saltones y cara de Grenouille. La película del perfume me gustó. Espera, es Perfume porque se trata de un título. Onomatopeya: meh, argh. Escribo tonterías con el fin de que estas tengan coherencia, pero nada tiene coherencia.

Odio los pueblos. Extraño las ciudades. Me fascina el anonimato, odio que todos pongan atención a lo que hago. Estornudo. Bueno, fue falso el estornudo, pero mi mente trabaja más rápido que mis dedos al teclear. Tendría que estar algo tonta para que fuera al revés. Y eso que escribo rápido, sin ver el teclado. Hablando de completas estupideces. Escucho el ruido de … nada. Si aquí nada pasa. Es mi mente y mi juventud encerrada la que grita. “¿Qué demonios haces aquí? ¿A qué te dedicas?”.

Antes era lindo gritarle a los extraños que se compraran una vida. Ahora yo compro una. Se compra vida, cualquier cosa que me saque de la monotonía de las cuatro paredes. Primer mundo. No sabía que el primer mundo eran tan aburrido. Será que la vida campirana no me da. Y aquí dicen que es una ciudad. JAJAJAJAJA. Perdon, pero mi risa cínica no puede ser descrita de otra forma. No me hagan reír. Ciudad con un maldito bar y tres restaurantes. Supongo que cuando tenga 95 años, me gustará tener una vida así de segura. Segura y aburrida. Extraño sentir, extraño vivir. Firmé mi carta de despedida a vivir cuando me vine para acá. He hecho el intento. No sirvo, estoy muerta en vida. Y eso es que no ha pasado nada dramático. El problema es ese, que no pasa nada, nunca pasa nada.

Otro suspiro, esta vez fue profundo. De forma curiosa, a veces llegan a mi vida personas que estaban abandonadas en un rincón, y de repente aparecen, a decir “hola” y se van. Soplo al viento, mucha diferencia debí haber creado. Tengo comezón en la nariz. Eso es un acontecimiento. Debería escribir un libro, un libro sobre el aburrimiento, cuyo eslogan sea: “si lees mas de 5 palabras y no te aburres, te devolvemos tu dinero”. ¿Qué escribes? Nada trascendente, aquí nada trasciende, no pasa nada. Con Grenouille, me refería al asesino del perfume. Curiosamente buscar imágenes de él, da por resultado sapos. Incoherente. De eso se trataba.

martes, 6 de abril de 2010

Sola

Que no se me arrastre se ensucia pero después seca se sopla este alambre quedó muy abajo es que no lo puse yo verdad que está alla abajo solito lejos de mi hace tiempo que no nos separábamos la tía tiene cara de bruja que lata darle un beso al director por favor que Diosito lo tome si le toca avacuar hacia el cerro las casas cayéndose la estampida en contra comprar más perros son pésimos estos plásticos otra vez se me olvidó debajo de la escala el suelo de la pieza de planchar las botellas de agua los bidones vacíos el baño de él lo postergo sus espacios no son prioridad floja y mala el golpe que me dio el sol al salir por la puerta lo recuerdo ahora en la nuca me toma una parte del cuello no quiero estas camas que se las lleven el colchón me molesta menos en el día soy amnésica no quiero noche ni frío ni ruídos desconocidos en el celular del vecino el té de la vecina el ciruelo el cumpleaños de nuevo la arena en los zapatos me duele la siento como cuando me dolían las cejas las niñas se reían en la ropa usada que se debe haber caído entre las termitas que en el río igual habían y en todas partes nos vamos pa la argentina con las manzanas en el techo de la carpa y al final de mi estadía terminamos no juntándonos no les importó que yo estaba allá que eso nunca pasa siempre ellas ocupadas ahora que no tenemos 18 quiero poner la bandera me falta el mástil en la ventana pero no flamea y esa es la gracia mi amor te extraño quiero botar todo lo que me dejaron otros tener lana nueva para la solidaria y para la mía me conformo con cualquiera pido pocos proyectos para las canciones de misa con esas voces tan dulces y femeninas cuando se me ponían los pelos de punta y las lágrimas caían bastante fuerte se nota el movimiento del monitor mas nunca contestó y hoy hablé con ella después que toco mi frente caliente y pesada agotada y acá seríamos felices juntos.

guata

pensé que estaba en problemas, se me apretó la guata, pero poco, igual poco. igual ha pasado ene tiempo, igual el contacto es repoco, no así el cariño, pero es eso, cariño. cuatro de la mañana, vueltas y vueltas, le ayudo a bb, pero en que, si hay un solo pc como la gente, y esa cosa es en pc, pero no puedo dormir, debería venderlo, pero me darían tres chauchas, igual salva, pero los cables molestan, me apestan, y ahora sin lentes peor, pa tirar el lcd pa adelante, se ven peor. no se, no seria buena idea venderlo, pero igual falta la silla, de esas del homecenter, claro que tendría que pedirla a la pata el auto, sino en micro como, filo. nunca estuve enamorada, no alcanzó, esta claro; yo amo a v., para siempre. solo que es una de las mejores personas que he conocido, y esa sensación de vida en común, de casita feliz, desayunos en cama, los muebles, el auto, era rico. tengo esta teoría cuadradita ahora, tan clara, ojala me acuerde mañana que onda, pa decirle que no es necesario que se case. que sepa que no me desvele por ella, o sea!, igual era tema, la sensación no fue buena, pero no era pa tanto. no había resultado nunca, es loco, no me acuerdo cuando ni porque, pero hace rato que lo supe. esa onda depre de no quererse y el sexo, igual tema. una idea seria hacerle atún con mayo y tomate y choclo pa que se lleve a la u., aunque alomejor solo le gusta con lechuga. total si no se lo lleva que lo deje en el refri. igual salva, o un cheque restoran pa que se compre un buen desayuno, pa que no ande con la guata vacía todo el día. aunque busque no tengo memoria de momentos totales en la cama, solo uno, en la pared de madera, sin la sensación física de cuerpo tocado, o de alma tocada a través del cuerpo, eso total. g. tal vez, pero no me acuerdo, que loco no acordarse de como fue el sexo con otras gentes. sigue tecleando, deben ser como las cinco calculo, ni idea, si prendo la tele me quedo dormida mas rápido. ok, mañana le digo, que me presente a la polola, no altiro, claro, y filo, no me hago mas atado. transparencia, claro que las explicaciones, como que no le interesan.

pd1. gracias macarena por la invitacion
pd2. no se si se pueden poner imagenes, sino, la saco :o)
pd3. que bueno estar aca

lunes, 5 de abril de 2010

Yogurth

Escribir sin pensar, eso fue lo que entendí. Pero cómo se escribe sin pensar? es casi como hablar sin pensar, lo que no es tan difícil tampoco, pero no se me ocurre nada. Me angustia esta sensación de falta de espectativas, de no saber lo que viene, de que no se me ocurra nada inteligente ni nada novedoso ni nada sexualmente atractivo. Me da vueltas lo que hablamos por la mañana, la felicidad que dura lo que dura un orgasmo y siempre me quedo con esa sensación de algo inconcluso, como si quisiera decirle tantas cosas pero fuera inutil. Y la ensalada de yogurth natural con mango tiene un sabor raro, no malo, pero inesperado. Me pregunto como sabria de esparcirla sobre su abdomen y comérmela a langüetazos. Dulce y agrio, pero rico. No me gusta el yogurth, pero el yogurth yogurth, no el yogurth que él podria interpretar como otra cosa. Sacrificio. Hambre. Me habría gustado ver esa película y los cerdos durmiendo con los niños y los niños engordados como cerdos. O se llamaba engorde? La película nunca es mejor que el libro. Le falta alma, aunque sea de papel. Anoche ví tres arañas. Malditas. Si tuviera el poder de jugar a ser Dios las aplastaría con mi zapato, pero ellas son más fuertes y más hábiles que yo, cerebros minúsculo y venenosos , asquerosas. Las odio con todo mi ser. Me preocupa que viva deprimido. Seguro es el litio y no los neurotransmisores. Le pondría los neurotransmisores, que palabra mas dificil de escribir sin pensar, en su lugar. No es buena idea ponerle nueces al yogurth natural, sabe amargo y raro, pero quizas sea como con él, a veces dulce, a veces amargo, deprimido la mayoría del tiempo. No se da cuenta de que todo lo que le digo se lo digo en serio. No sé que pensará la verdad. Que es una broma. Que no se lo que quiero. No sabe lo que me cuesta decirle cada palabra, confesarle cada desliz. Es como si le fuera infiel a el. Es estupido, lo se, pero me avergüenza que sepa mis faltas a pesar de su amplio vocabulario pornografico. A veces hago la analogia de que el se ha prostituido pero sigue siendo virgen. Si yo le enseñara... La distancia. Hay una sombra que me imagino que me visita, oigo sus pasos y veo su contorno, pero se que noe xiste. Me gustaria cantar bonito y tener chasquilla. Quizas entonces me sentiria talentosa. Listo. Se acabaron los pensamientos. Me quede pensando si era lengüetazo en vez de langüetazo pero supongo que dependera de la talla del zapato y del porte de las manos. Ahora a seguir sinsentideando la vida. Me queda la mitad del yogurth, no se si pueda comérmelo, nunca me han gustado los pelos en la boca.

domingo, 4 de abril de 2010

Guardando las apariencias

¿De verdad pensaste que iba a quedarme tranquila, de brazos cruzados? Te lo advertí mil veces, a mí nadie me hace daño ¿me oíste? Nunca me escuchaste, como ahora, y sigues ahí, con esa sonrisa estúpida que tanto odio. Por la mierda, cómo odio esa sonrisa, pero esto jamás te lo viste venir, que algún día iba a descubrir tus juegos, tus mentiras. ¿Alcanzas a escuchar el llanto de tu madre? Vieja arpía, que sufra por haberte criado como lo hizo. Nunca me quiso, y hoy ni siquiera ha sido capaz de mirarme a los ojos, no se da cuenta que los tengo hinchados, ¡Dios! Debo verme fatal, necesito un espejo pero el que tenía estaba en el carro. No soporto el calor, debí haberme puesto falda en vez de este pantalón pero, al menos yo, necesito seguir guardando las apariencias, o crees que no sé que tu secretaria era tu amante, además debo soportarla acá ¡en mi propia casa! abrazando a mi hija. Claro, si lo que lamenta es que se le acabó la buena vida, estas putas son todas iguales; piernas largas, pelo bien tinturado, uñas impecables, mucho perfume, como si yo no supiera que todo eso es pagado con mi plata. ¡Pero qué mierda!, al menos hubiera tenido la decencia de taparse el escote, bueno, es mucho pedir, estas mujerzuelas no conocen esa palabra, sino no estaría acá. Que te llore sinceramente, la muy perra, porque junto a la bruja de tu madre deben ser las únicas que lamentan tu muerte, hace muchos años que no lloro por ti, estas lágrimas no son de pena, desgraciado, son porque no doy más de felicidad, el plan salió perfecto y mañana no tendré que soportar tu olor a alcohol y sexo al despertar. Te lo advertí hace mucho, conmigo no se juega, pero no me hiciste caso, y no me dejaste más remedio que cortar los frenos de tu carro. Lo único que puedo agradecerte hoy, bastardo, es que hayas decidido manejar borracho.

jueves, 1 de abril de 2010

El dolor

Pensar, pensar y pensar, es lo único que hago últimamente, ¿será que sí? Y ¿qué tal que no? ¿Qué mas hago? Preguntas y preguntas, pero no puedo detenerme a pensar en las preguntas, necesito soluciones inmediatas. Pero justo cuando me siento a escribir se me va el pensamiento, la mente se me pone en blanco, ¡bonita gracia! hoy cuando más te necesito huyes de mí. No me puedo quejar, está calientito aquí, aquí es seguro y cómodo… demasiado cómodo. Si sigo así me voy a enfermar de verdad y por ahora no me puedo enfermar, y hay tanto por hacer, todavía tengo que enviar los papeles… qué cantidad de papeles, no puedo creer el exceso de burocracia, ay quiero volver a los tiempos simples, donde el dolor era menos. ¿Por qué ahora?, ellos dicen que es el estrés, yo siento algo raro, pero no le quiero dar importancia, y ¿qué tal que esos extraños sepan? ellos no van a saber, no me conocen, no pueden verme. Tengo miedo, esa es la verdad, el futuro es incierto, tengo miedo porque quiero ir, pero la vez no quiero. Yo me conozco, no soy capaz de vivir el día a día, tengo que planear, organizar, no quiero ilusionarme, pero creo que ya estoy ilusionada y sigo luchando contra el dolor, las pastillas lo calman un rato pero ahí sigue. Hay un enano gritando en mi cabeza, me duele el corazón.

El monólogo interior y el fluir de la conciencia

Una vez publicados y comentados los textos de presentación con que dimos inicio de forma satisfactoria a las actividades de creación de nuestro taller, es hora de subir la apuesta y aventurarse a desafíos más retadores (o retos más desafiantes). Es por eso que ahora nos internaremos en las oscuras aguas del monólogo interior y el fluir de la conciencia, dos técnicas narrativas contemporáneas que tuvieron su apogeo en el siglo pasado y cuya vigencia perdura con la misma fuerza de entonces.

Si bien ambas son productos de la influencia del psicoanálisis, el monólogo interior y el fluir de la conciencia son dos modalidades diferentes, pero que en su conjunto pueden definirse de la siguiente manera: técnicas narrativas por medio de las cuales los pensamientos de los personajes son revelados de forma tal que parecen no estar controlados por el autor. Su propósito es el de revelar los sentimientos y emociones más íntimos del personaje en el mismo instante en que se producen consciente e inconscientemente. El narrador relata impresiones fugaces en forma incoherente, sin un determinado orden temporal. Tanto conciencia como inconsciente fluyen libre y caóticamente, sin una organización lógica y con un narrador cuya única función es transcribir los pensamientos -que no son pronunciados verbalmente por el personaje- tal cual son eyectados por su mente. Cuando esta escritura automática es tan delirante que incluso carece de puntuación e incurre en errores ortográficos, se trata de un fluir de la conciencia. Cuando ese mismo caos al menos se ciñe a la sintaxis y la ortografía (literal y puntual), estamos en presencia de un monólogo interior.

Ejemplo de monólogo interior: "Secretos en las esquinas. De puntillas en chinelas por miedo de que se despierte. Luego preparándolo. Sacándolo. Maruja y la señora Fleming haciendo la cama. Nunca se sabe quién lo manipulará a uno cuando esté muerto. Lavado y champú. Creo que cortan las uñas y el cabello". (Fragmento de Ulises, de James Joyce.)

Ejemplo de fluir de la conciencia: "el día que estábamos tumbados entre los rododendros en Howth Hesd con su traje gris de tweed y su sombrero de paja yo le hice que se me declarara sí primero le di el pedazo de galleta de anís sacándomelo de la boca y era año bisiesto como ahora sí ahora hace 16 años Dios mío después de es beso largo casi perdí el aliento sí dijo que yo era una flor de la montaña sí eso somos todas flores un cuerpo de mujer sí ésa fue la única verdad que dijo en su vida y el sol brilla para ti hoy sí eso fue lo que me gustó porque vi que entendía o sentía lo que es una mujer...". (Fragmento de Ulises, de James Joyce.)

Y ahora la tarea para esta semana: Escribir un relato empleando el monólogo interior o el fluir de la conciencia. El tema es libre y la extensión, de un máximo de 2.000 caracteres. Tienen plazo hasta el lunes para subir sus textos al blog. (Sé que se trata de una técnica compleja, pero esto es juego y experimentación, así que no hay excusa que valga. Cualquier duda o aprensión, háganmela saber por este mismo medio. ¡Suerte y a escribir se ha dicho!)

martes, 30 de marzo de 2010

Los proyectos del taller

Hablamos con Tito sobre la frecuencia de los proyectos y pensamos que uno a la semana es quizás demasiado seguido, así que hemos decidido que las tareas se darán dos veces por mes: el primer jueves de cada mes y el tercer jueves de cada mes.

Las tareas irán cambiando. No siempre serán lo que estamos acostumbrados a escribir, a veces nos parecerá que "no podemos escribir sobre eso". La idea es que hagamos un esfuerzo. Si bien este es un taller literario libre, en el que nadie paga por participar ni al que nadie le pagan por escribir, sí hay compromisos, y aunque a veces la tarea o proyecto nos parezca difícil es importante que hagamos el esfuerzo de cumplir con lo propuesto, no solo por el compromiso con nuestros compañeros y compañeras de taller, pero por el compromiso que hemos hecho con nosotros mismos. Hay que tratar y tratar.

La idea de disminuir la frecuencia a dos proyectos mensuales es también de que ojalá todos los participantes escriban en todas las tareas que se dan, por difíciles que sean, y no solo en la que nos gusta o acomoda. Pensamos que si es cada dos semanas es más fácil también hacerse un tiempo para sentarse a escribir.

Hay gente que me ha preguntado sobre participar en este taller. Quienes quieran participar deben enviarme su dirección de correo electrónico a lachinitaenblog@gmail.com para poder enviarles la invitación al blog.

Nos leemos pronto!

viernes, 19 de marzo de 2010

El poeta del circo romano

Me sorprendió que acudiera a la cita. Se sentó a mi lado, en un sillón pequeño de color rojo. Nuestras piernas estaban pegadas y yo sudaba. Por primera vez me había quedado sin palabras. Por primera vez en mi vida no sabía qué decir. Mirábamos el espectáculo del escenario desde nuestro, especie de, palco privado. Había otra gente, sí, y nos miraban de reojo. Pensaba en qué habría pasado de haber estado solos. Las luces se apagaban, se prendían, se desplazaban y cambiaban de colores y yo hacía como que estaba atenta, pero los nervios me carcomían. Pensaba en el circo romano y en las víctimas destrozadas en la arena y me imaginaba a mí misma en medio de los leones, el César con el pulgar señalando hacia abajo, mi condena a muerte después de haber hecho el ridículo, de haberle confesado lo mucho que me gustaba y su posterior rechazo. Mi imaginación trabajaba rauda, y a pesar de los gritos, exclamaciones y vitoreos del resto de la gente, el silencio entre nosotros era lo que me ensordecía.

De la nada sentí que su mano tomaba la mía. No nos miramos. Una gota de sudor tibio resbaló por mi cuello haciéndome cosquillas. Su mano estaba tibia. Hablamos, no sé de qué, no recuerdo las palabras, solo la sensación de mi mano en su mano, sus caricias sutiles en mis dedos, y las gotas rodando lentamente desde mi nuca por la espalda. Me intimidaba él. Aún no era famoso, pero iba hacia ese camino. Quise hablarle de sus libros, de su poema que me había hecho llorar, aquel de la chica que se suicidaba mil y una veces, cortándose los párpados con gillettes y arrancándose las uñas con un alicate, aquel poema con el que me había enamorado de él, pero no quería hacer el ridículo y que se fuera.

El espectáculo casi terminaba cuando él sacó un lapiz de su bolsillo. No era un lápiz, era más bien una pluma estilográfica, y empezó a dibujar algo en mi mano. Se demoró poco. En la parte exterior de mi mano había dibujado un alicate y entre las piernas del mismo, como si el alicate hubiera estado pariendo, la palabra MAO. Le dije que estaba muy bien hecho, y era la verdad, parecía real, como de una fotografía en blanco y negro. Le dije que podría tatuármelo. Me parecía demasiada coincidencia que de todos los dibujos imaginables hubiera hecho precisamente el alicate de las uñas. No sabía que significaba MAO, no me lo imaginé comunista, y no quise preguntarle. Las preguntas vendrían después entre mis sábanas, después de haber hecho el amor repetidas veces. Quizás para entonces el dibujo ya se habría borrado y él habría tenido que dibujarme otro, quizás en otro lugar. Quería que mi cuerpo entero fueran sus páginas para dibujar y escribir sus poemas. Quería ser yo su musa inspiradora, que sus poemas cambiaran de la depresión más negra a la lujuria más desenfrenada. Nos pusimos de pie juntos para aplaudir el final del espectáculo y le pregunté con voz temblorosa si quería acompañarme a mi casa y tomar algo juntos.

Ví su sonrisa, sus ojos melancólicos, y esperaba su respuesta cuando oí mi teléfono sonar a los lejos. Y él empezó a marcharse. El teléfono sonaba más fuerte. Yo no quería responder, quería que él se quedara conmigo, pero su imagen se diluía y se alejaba. Desperté de un salto, con el corazón desbocado y mi teléfono sonando gracias a algún degenerado que llamó a las cinco de la mañana y que se quedó callado cuando contesté. Me levanté al baño. Tenía los ojos hinchados de sueño y el sexo inflamado de placer inconcluso. Quise volver a dormirme y soñar con él, pero él, el poeta, el dibujo de mi mano y el circo romano se habían ido para siempre.

miércoles, 17 de marzo de 2010

El por qué odio a Antonia

Mientras observo a Luis y Antonia, brindando y riendo como en los viejos tiempos, recuerdo porqué la odio tanto. Y es que la muy desgraciada me echó a perder la vida ¿Y cómo no, si me quitó lo que yo más quería?


– Perdónanos, pero estamos enamorados – se justificó ella la última vez que nos dirigimos la palabra, hace más de 5 años, cuando me anunció, por teléfono y sin previo aviso, de su matrimonio con Luis.


Yo me había enamorado con esa pasión que consume a los 18 años, y la noche de nuestra graduación, sabiendo que el objeto de mi amor se iría a una universidad en otra ciudad, decidí desahogar mi corazón e, inesperadamente, encontré respuesta a mis más ocultos deseos. Me tomó de la mano y me arrastró hasta uno de los dormitorios ubicados en la planta alta, apenas cerró la puerta sus tibios labios se fundieron con los míos en el beso más apasionado que jamás he dado, ahí estaba al fin, a mi alcance, oyendo su respiración jadeante, su excitación aumentaba aún más el deseo e, instintivamente, comencé a desabrochar el cierre de sus jeans, mientras sentía una de sus manos desabrochando mi sujetador mientras con la otra jalaba de mi pelo. De pronto, me vi tumbada en la cama, con su cuerpo sobre el mío, sintiendo el calor de su piel desnuda, ardiendo de deseo, su lengua iniciando un recorrido en mi labio inferior, para ir bajando por mi cuello, mis senos y finalizar su travieso viaje hasta mi húmedo sexo, y a medida que el ritmo de sus besos aumentaba, mis gemidos se iban convirtiendo en gritos de placer hasta sentir una explosión que recorrió mis entrañas, sin entender a quién pertenecían esas manos o de quién eran esos pies, apenas consciente de la luz al final del túnel, pero agradecida del amor.


Cuando desperté la mañana siguiente, Antonia se había ido y en las sábanas sólo quedaba el olor de nuestros cuerpos.

martes, 16 de marzo de 2010

La casa de playa

Se ha pasado todo el día trabajando, un poco de agua fresca es lo que necesita. Mientras se desnuda para tomar un baño, ve su cuerpo reflejado en un pequeño espejo. No le gustan los espejos, pero las mujeres que lo visitan parecen no poder vivir sin la vanidad de verse reflejadas. Claro, hay mujeres más vanidosas que otras, sobre todo la condesa.

Después de secar su cabello, viste pantalones de pescador y una camisa blanca, abierta a medio pecho. Se mira una vez más en el espejo, analiza su reflejo. Tal vez él también posee algo de vanidad. El recuerdo de los labios color carmín vuelve a su mente. Tiene que controlarse, porque si piensa una vez más en ese corsé blanco y apretado…

Respira profundo y mira hacia el mar para distraerse. Cada que parpadea, puede casi sentir esos dientes mordiéndole los labios. Su pantalón se siente de repente más ajustado. Ríe a carcajadas, y decide que la próxima vez se duchará con agua helada.

Ella camina descalza y de prisa, silenciosamente. Nadie debe enterarse que salió de casa, mucho menos a dónde se dirige. Cuando por fin empieza a subir las escaleras hacia la casa de Juan, sabe que está a salvo. Un hombre alto la recibe, con ropa holgada y poco formal. Las horas de trabajo le han dado un aspecto bronceado, que contrasta con su mirada de ojos verdes. Ella es claramente una aristócrata, su mirada y su atuendo la delatan. Lleva puestos un vestido y sombrero blanco. Ambos sonríen, bien saben que no importa la ropa que llevan puesta, lo que importa es la piel debajo de ella.

Sin preámbulos empiezan a besarse, la charla puede esperar. Ella besa su cuello, mientras él la toma de la cintura. No es difícil para él quitarle el vestido, los botones caen al suelo mientras ella le quita la camisa. Los besos siguen, con mordidas juguetonas en los labios. Sus miradas se cruzan y sonríen, mientras las manos expertas de él, ya lograron quitarle los listones al corsé. Debajo se escondían sus pechos, que son redondos y rellenos. El deja de besarle el cuello, para besarla al tiempo en que ella arquea la espalda y queda recostada en la cama. Sus cuerpos desnudos están mas cerca que nunca.

El placer es tal, que es casi imposible pensar, el sabor de su sudor la embriaga. No pueden quedarse quietos y prueban sentarse, pararse y hasta recostarse de lado. Las huellas de la batalla empiezan a aparecer. Rasguños en la espalda de ambos, respiración entrecortada y explosiones de placer. La noche es larga, y tan sólo toman los descansos necesarios, antes de volver a comenzar.

Horas después, miran cansados las estrellas. Nada importa, cuando hay noches como esta.

sábado, 13 de marzo de 2010

En la terraza.

- Vamos, nena.
- No, me da miedo, ¿qué tal que nos vea alguien?
- ¿Quién nos va a ver? son las tres de la mañana
- No importa, ¿qué tal que haya alguien desvelado y mire por la ventana?
- Pues que vea, vamos, tú sabes que quieres.

Así fue como terminamos esa madrugada en la terraza de la casa, el vino de la noche anterior había nublado mis sentidos y me había excitado. Sentía todo mi cuerpo caliente, quería ser tocada, lamida, penetrada, quería muchas cosas, y él también. El ambiente prohibido y a la vez peligroso hacía que nuestra excitación se elevara, pero cuando empezó a besarme, a meter su lengua en mi boca, decidí dejar los temores de lado y entregarme a esa pasión animal que crecía con el paso del tiempo.

Mientras me besaba, su mano jugaba con los botones de mi camisa, que arrancó de un solo tirón, dejándome expuesta al frio de la madrugada; luego su boca bajó por mi cuello, sentía su saliva caliente mientras su boca aprisionaba el nacimiento de mi seno mientras que sus manos en la parte trasera de mi espalda quitaban mi sujetador con precisión quirúrgica. Su boca se entretuvo lamiendo mis pezones, que se pusieron duros, anhelantes.

Yo me sentía en una película, admirada, deseada, excitada, quería que me vieran, quería mostrarle al mundo el fuego que me abrasaba y me quería consumir. Lentamente bajó su boca por mi estómago mientras deslizaba la falda por mis piernas. Se detuvo a jugar con mis tanguitas, que arrancó con fuerza mientras yo sentía el calor incrementarse en todo mi cuerpo. Rápidamente abrí las piernas y su lengua desesperada exploró mi vagina en toda su extensión, sentía que se deslizaba de arriba a abajo para volver a subir y deteniéndose en mi punto exacto que rápidamente me provocó una, dos y tres oleadas de placer.

Al parecer su excitación era mucho más de lo que podía controlar porque no me dio tiempo de retribuirle el acto: intempestivamente me cargó, me apoyó contra la pared y me penetró fuertemente, como un animal en celo. Mi éxtasis iba creciendo y no pude evitar empezar a gritar de la mezcla de dolor y placer que sentía. Cada penetración era una puñalada de goce. Finalmente cuando no pude resistir más, exhalé un grito final, seguido poco después por su propio grito y sentí su fuerte chorro dentro de mí, lo que me hizo gozar aún más.

No hubo amor, ni sentimientos, sólo pasión salvaje desbordada, aunque nunca olvidaré la cara espantada de la vecina que, desvelada, nos miraba desde la casa del frente.

Reina

Algo bueno le estaba preparado, era cuestión de querer, de saberse bonita, y de regalarse ante algún hombre relativamente conocido, que cumpliera unos pocos requisitos: limpieza, no demasiada embriaguez, y una pizca de popularidad bastaban.

Sao Paulo había superado sus expectativas, más por los estratégicos movimientos interpersonales, que por los temas de trabajo. Desde un principio esa fue su intención. El calor de Brasil había terminado por ahuyentar su carácter responsable.

De vuelta, no quedaba más que cosechar lo sembrado en la convención.

Llegó junto a un par de amigas y saludó con un beso en la mejilla, se mantuvo haciéndose la normal, riéndose y coqueteando para disimular su nerviosismo. Se protege con el falso coqueteo infantil...

Se mira con Davor y conversan más tiempo del debido para dos personas que sólo buscan amistad. Él había asistido a la convención pero como parte del grupo de apoyo, no habían tenido la oportunidad de compartir lo suficiente.

Davor es diez años mayor que ella, lo que lo hace bastante interesante, no es muy alto, sus ojos café brillan, y un mechón lácio le cae sobre la frente. Es evidente que llama la atención de varias. Un atractivo más.

- ¿Bajemos?
- No ¿Para qué? - haciéndose la difícil.
- Providencia yo quiero bajar contigo, ven conmigo.
- No, a ver... No te entiendo - mientras sonríe.
- Tú sabes que quiero estar contigo - insiste, mucho más decidido que suplicante.
- Yo no sé nada…

Se van del brazo en dirección a la escalera del club, ella sonríe encubriendo el apetito de su cuerpo, el frío que le sube desde el estómago y le sale caliente por la garganta.

Un amigo le grita que no, le advierte cual padre. Providencia lo mira despreocupada, es ella la que tiene la situación bajo control.

El subterráneo está completamente oscuro y Providencia elige meterse al baño. Ante la vacilación de Davor, afirma aún más su decisión, y a partir de ese momento se siente la reina.

Recibe los expertos besos del compañero que hoy ella misma ha preferido. No deja que avance el tiempo y ya está tocando el bulto, cada vez más firme y tibio, bajo el pantalón de Davor. Su experiencia es mínima, pero nada mejor para ocultarlo que ir más, y más allá. Por un momento él se sorprende cuando ella intenta bajarle el pantalón. Davor se va por el mismo camino, pero ella no lo deja. Hoy, Providencia y nadie más que Providencia manda. Es ella quien va a agradarle. Con fuerza levanta su camisa blanca y recorre el torso de Davor, apretándolo y bajando hasta el ombligo, lo besa y hunde su lengua rosada lentamente hasta que la saliva se le seca. Con la mano derecha toma firmemente su pene y lo menea rítmicamente sin descanso. Los gemidos de Davor alimentan y motivan las caricias de la, esta noche, reina. Con temor a aburrirlo, deja que sus senos se deslicen hacia abajo rozando sus pezones con el pecho y estómago de Davor. Se inclina hasta que sus rodillas se encuentran con las baldosas frías. Él la toma de la cabeza con dulzura, como cuidando que no se detenga. Providencia se moja los labios y, como la mejor de las peritas, lleva su boca hasta cubrir por completo el pene húmedo de Davor. Lo siente en su paladar, y después en su garganta que es golpeada por una arcada. El poder de la reina domina cualquier manifestación física, sin duda. Providencia reprime las arcadas y las convierte en placer... De a poco succiona esa masa rígida y la mete violentamente hasta el fondo de su boca, la saca y le pasa la lengua mientras con sus manos distingue los testículos y los masajea completamente segura con incansables movimientos.

Davor la aparta. Para ella es suficiente, es la señal que esperaba. No le interesa ver cómo él explota tirando a distancia su semen, ni como procura hacerlo lo más lejos posible de ella.

Se lava las manos, arregla su escote, y se acomoda el pelo frente al espejo. Sus ojos ya se acostumbraron a la oscuridad.

- Mejor yo subo por la escalera de la derecha y tú en un rato por la otra - Sentencia Providencia
- No hay problema, nos vemos - contesta Davor agarrándola de la cintura y dándole un beso que ella esquiva sonriente y distante mientras se va.

jueves, 11 de marzo de 2010

Literatura erótica

A casi dos semanas de ocurrido el terremoto que asoló a medio Chile (de donde son buena parte de quienes participan en este taller), ya es hora de retomar nuestras actividades.

Y qué mejor manera de volver a darle duro a las teclas que dedicar esta semana a la literatura erótica. La relación es muy sencilla: diga lo que diga la ONEMI, las placas tectónicas son pura mitología y, en realidad, los sismos son el efecto de los cuadros plásticos que ensayan los dioses en el centro de la Tierra. "No manches, wey". Es la pura y santa verdad, iñor.

Bueno, al grano: creo que todos tenemos una noción más o menos clara de qué es la literatura erótica y qué elementos debe tener un texto literario para ser catalogado de "erótico", así que seré breve en mi exposición:

La literatura erótica es un subgénero literario en el cual los textos -sean narrativos, líricos o dramáticos- se relacionan, directa o indirectamente, con el sexo y el erotismo ("una metáfora de la sexualidad", en palabras de Octavio Paz). Por lo general, se tiende a buscar una distinción valórica entre lo erótico, lo obsceno y lo pornográfico, pero ésta resulta anacrónica si consideramos que se trata de categorías que son producto cultural de un lugar y un tiempo determinados (lo que en Chile es obsceno, en Japón puede no serlo; lo que ayer era pornográfico, hoy ya no lo es). Por consiguiente, para efectos del taller, entrará en la categoría de literatura erótica todo texto cuyo eje temático sea el sexo y su práctica, sin importar que el abordaje del mismo sea erótico, obsceno o pornográfico (aunque no lo crean, arte y pornografía no son antónimos; si no me creen, lean a Henry Miller o vean cuadros de Gustav Klimt). Desde luego, no pierdan de vista que en toda obra literaria (y las eróticas no son la excepción), las palabras entrañan otra verdad, una realidad distinta y mucho más compleja que la explicitada; por ende, cuando nos enfrentamos a un cuento o poema erótico, el acto carnal narrado o poetizado sirve de metáfora de una verdad más profunda sobre el ser humano y su condición.

Pues, bien, una vez expuesto lo anterior, ahora sólo toca dar el proyecto escritural para esta semana: escribir un texto (cuento, poema o híbrido) de temática erótica con una extensión de entre 1.000 y 2.000 caracteres. Plazo fatal para subirlo al blog: el próximo lunes a las 23:59 hrs. (o el martes a las 00:00 hrs., como máximo). Qué esperan, ¡a escribir!

miércoles, 10 de marzo de 2010

Retomamos el taller

Este jueves retomaremos el Taller Literario. Tenemos conocimiento de que todas las participantes que son chilenas residentes en Chile se encuentran bien, pero es entendible que no puedan escribir acá todavía.

Algo que no mencioné y que en su momento no creí necesario, pero lo hago ahora: Cuando decidí formar este taller, yo misma le pedí a Tito y a Natalie (afumhue) que fueran los profesores de este taller. Como condición les pedí que ellos, que estudiaron/estudian carreras relacionadas con la literatura, fueran quienes nos hicieran los comentarios o correcciones "técnicas", lo que no quiere decir que las demás NO podamos hacer aportes y comentarios. También les pedí que ellos NO subieran al Taller Literario textos propios, para que su labor como "profesores" fuera más objetiva. Las opiniones o críticas que Tito o Natalie puedan hacer, tómenlas como algo técnico, no como algo personal. Obviamente no es necesario estudiar literatura para ser escritor, pero sí creo que lo que ellos estudiaron nos puede ayudar a mejorar lo que escribimos (sin nosotras mismas estudiar literatura e independientemente de lo que hagamos con nuestra vida), lo cual ha sido la idea del taller desde el principio. Uno no le pregunta al mecánico sobre un problema psicológico, así como tampoco uno le pregunta al psicólogo qué es lo que le pasa al auto... Cuando le pedí a Tito y a Natalie que nos ayudaran, lo hice porque pensé que sus opiniones serían valiosas y lo sigo pensando, que hay que rescatar lo valioso de las opiniones, no solo de los profesores, pero también de los demás que comentan, y siempre enfocarnos en el tema que estamos comentando y con esto me refiero a que comentemos el texto que estamos leyendo y demos sugerencias de cómo mejorar, o qué nos hace sentir, o qué nos gustó/no nos gustó, etc.

Tito es también la persona que subirá cada semana el proyecto en el que trabajaremos y quien nos dará una breve explicación sobre el tema, que nos servirá para orientarnos. Ustedes también pueden proponer temas y trataremos de trabajarlos todos.

Otra cosa que creo que es importante es mantener un lenguaje "neutro". Acá habemos personas de distintas nacionalidades, si bien compartimos el idioma español, hablamos y escribimos distintos dialectos. A veces puede ser difícil escribir en "neutro" y es normal y natural escribir con frases o palabras típicas de nuestros países, pero tratemos de, en lo posible, no escribir extremadamente en nuestro "dialecto", cosa de que las demás participantes al leer se queden con un signo de interrogación en los ojos sin entender ni una palabra de lo que escribimos.

El tema de el próximo proyecto: Lo hablamos con Tito y después de algunos comentarios que me hicieron algunas compañeras del Taller sobre que la tarea parecía un poco difícil, sobretodo si estamos recién empezando, acordamos en que esa tarea (junto con el texto que Kate ya había publicado) quedará en borrador para más adelante. Así que ahora a esperar a que Tito suba la tarea de esta semana. ¡Qué ganas tengo de leerles!

lunes, 1 de marzo de 2010

Taller suspendido

Informo que debido al terremoto acontecido en Chile el taller literario queda suspendido hasta nuevo aviso. Gracias por su comprensión y espero que pronto podamos retomar esta actividad.

lunes, 22 de febrero de 2010

Ella lo sabía

Y desde hacía mucho. Desde que puso un pie en Albany, Nueva York, USA, lo sabía. Ella no estaba hecha para pasar el resto de sus días en España, su país natal. Y no es que su patria no le gustara, todo lo contrario, pero el mundo es muy grande y tiene demasiadas cosas que ofrecer como para no disfrutarlo. Ese mes en Estados Unidos, aparte de mejorar su inglés, le sirvió para aumentarle, más aún si cabe, las ganas de viajar, de conocer mundo. A sus 15 años ya lo tenía claro, cuando acabara la carrera universitaria se mudaría fuera. El sitio ya se vería.

Y no tardó mucho en ver la primera posibilidad. Estudiando enfermería le explicaron que se solicitaban enfermeras españolas en Francia, Inglaterra, Portugal e Italia. Eso haría -pensó- cuando acabe la carrera me iré con un programa organizado a trabajar a alguno de esos 4 países –la cara se iluminaba sólo de imaginarse haciendo su vida en otro país, conociendo otra cultura y forma de vida.

Sin embargo el destino le tenía un as reservado en la manga. Fue en febrero de 2007 cuando, el primer día de clases después de todo un trimestre de prácticas en el hospital y ambulatorio, una de sus profesoras les dio la noticia de la oferta de plazas Erasmus para los estudiantes de enfermería. Serían 3 meses de estancia en otro país, 3 meses para aprender otros métodos de trabajo y, claro está, conocer otro país con su cultura. Otra vez lo tuvo claro, pediría una beca Erasmus. Inmediatamente le pidió a su profesora los papeles de inscripción para rellenarlos sin pensárselo un segundo.

Noruega era un país al que nunca le había dado la más mínima importancia, un país al norte de Europa del que poco sabía o había oído hablar. Por ello su primera opción fue Gales, total, ella hablaba inglés... Bélgica no lo consideró pues con sus dos años de academia de francés no podría desenvolverse ni mínimamente en un hospital. Y entonces lo vió, un pequeño y mínimo detalle en el apartado de Noruega: “la estancia en este país será de 4, en vez de 3 meses”. Ya está, no hizo falta nada más. Si hubiera podido se habría marchado un año entero, pero no se podía, así que se apuntó a Noruega como primera opción. Y menos de un mes después recibió la buena nueva de que había sido aceptada. Ella tenía 19 años.

Ahora, a sus 22, mira a su alrededor, una casita adosada, un gato precioso y.... nieve, mucha nieve. El por qué, después de casi tres años, sigue aquí en Noruega no es ningún misterio. En los casi 5 meses que estuvo aquí de Erasmus conoció a un vikingo, en diciembre de 2007 se volvió a España a terminar la carrera y, tras varios meses con varias visitas intercaladas entre ella y su vikingo, se mudó, finalmente a Noruega en septiembre de 2008.

Tuvo que esperar dos meses para empezar el curso de noruego oficial, siete meses para aprender el idioma y, 9 meses después de su mudanza, empezaba a trabajar como enfermera en el hospital local.
Ahora mira atrás en el tiempo y sonríe. Sonríe porque sabe que ella lo sabía, lo sabía desde hace mucho tiempo, ella no estaba hecha para pasar toda su vida en el mismo lugar... y el tiempo le daba la razón.



P.D. Debo decir que llegué anoche después de pasar unos días en otra ciudad, desconectada de internet y no me había enterado de que el taller literario se había puesto en marcha, as\i que subo ahora corriendo mi aportación, se que está fuera de tiempo, pues el plazo era hasta ayer domingo, así que si tengo que quitarlo lo entenderé!

domingo, 21 de febrero de 2010

La Claudia y el miedo.

Mientras le daba pecho a su hija de seis meses, se puso a contar los días que le faltan para cumplir 37 años: 11. La edad que tiene jamás le ha importado; de hecho, se siente jovial y renovada con la maternidad (y la gente siempre le dice que parece de 30). Lo único que le preocupa de estar tan cerca de los 40 - edad en que se supone la gente tiene su vida más o menos armada - es que su gran deseo de ser escritora no se ha cumplido, por culpa del miedo.

En realidad no es tan miedosa para el resto de las situaciones de la vida. Quizás el ser la hija del medio le ha servido para hacer muchas cosas que sus hermanos (el mayor, un serio abogado; y la menor, su mejor amiga y cómplice) no se han atrevido, como el dejar Santiago de Chile a los 25 años y partir a la aventura a Italia, con un ex que, luego de tantos años, son amigos. Y como se tuvo que venir de vuelta por la trágica muerte de su padre -tema del que aún no habla por el dolor que lleva a cuestas -, tampoco le teme a la muerte.

Pero sí le teme al rechazo literario, como ella lo nombra, medio en serio, medio en broma. ¿Y si sus fantasías de niña son sólo eso, sueños? ¿Y si sólo es buena redactando pero no tiene el don de la escritura? ¿Tendrá que trabajar eternamente como secretaria (que odia) porque jamás será capaz de vivir de la literatura?

Mientras tanto, lee y escribe. Lo que más ama, junto con su hija.

El viaje sin fin

Érase una vez una niña pequeñita pequeñita que salió a caminar desde su casa. Vivía en un pueblo en medio de un bosque, del que nunca había salido, llamado Chile. La niña caminó y caminó, alejándose cada vez más de su casa, donde su mamá le lavaba sus vestidos y le preparaba su comida favorita. A medida que se alejaba de su casa y de su pueblo empezó a ver que fuera de su pequeño refugio, que a ella hasta entonces le había parecido muy grande, habían cosas muy distintas a las que había conocido en su corta vida.

Lo que inicialmente era una caminata, se transformó en un paseo largo. La niña quería volver, pero a cada paso que daba, más crecía su curiosidad por ver qué era lo que había más allá y luego un poco más allá.

Los días pasaron. La niña había recorrido otros pueblos y bosques. Había probado otras comidas, había aprendido palabras en otros idiomas y había vivido de acuerdo a otras culturas. En el camino se había hecho de un pequeño cuaderno en el que iba escribiendo lo que veía, lo que sentía, lo que oía. Como no tenía tinta, se pinchaba los dedos con una espina y con una ramita iba escribiendo sus historias, usando su propia sangre como tinta.

Por el camino conoció a mucha gente. A gente buena y a gente mala. Con el tiempo aprendió a identificarlos y a alejarse de la gente mala para que no le hicieran daño. A veces echaba de menos su casa y a su mamá, pero a medida que se alejaba, su pasado se iba transformando en un recuerdo, en un sueño, o en el recuerdo de un sueño dentro de otro sueño. Apenas podía recordar cómo sabían los guisos de mamá y por las noches, cuando se acurrucaba debajo de un árbol para dormirse, cerraba los ojos y trataba de volver a sentir la mano de mamá acariciándole el pelo antes de dormir, pero no siempre lo conseguía.

Un día la niña se encontró en una ciudad grande. La niña había crecido y se había transformado en mujer sin darse cuenta. La niña pensaba que ese era el final de su viaje. Estaba cansada y ya no sabía adonde ir porque tampoco sabía quien era ella. El largo viaje la había hecho cambiar. Ya no era la niña pequeña que un día había salido a caminar, pero tampoco se reconocía en la mujer que los demás veían. Así que con su cuaderno repleto de historias escritas con tinta roja siguió viajando y escribiendo. Esperaba algún día encontrarse con ella misma, con quien ella era realmente. Cuando la gente le preguntaba hasta dónde pensaba llegar ella respondía que hasta donde la llevaran sus pies. Y cuando la gente le preguntaba hasta cuándo pensaba viajar ella respondía que hasta que no le quedara más sangre en las venas para seguir escribiendo sus historias.

Laberinto

Cuando vino al mundo hace casi 29 años, en el lugar más lejano e inhóspito de un país largo y angosto, todos en la familia celebraron el milagro de la vida. Mal que mal era el pequeño milagro de mamá, la niña que hipotéticamente no nacería jamás, pero que contra todo pronóstico, decidió que desde ese momento la vida se convertiría en una constante lucha.


Papá la llamó Patricia Alejandra, nombre un tanto largo para alguien tan pequeño y un poco ajeno a su personalidad. Desde su primera navidad ha compartido su cama con Snoopy, el único fiel compañero que ha tenido y criatura que la conoce tal cual es.


A veces es indescifrable para todos quienes la rodean, y ella, mientras tanto, lucha por escapar de los fantasmas que invaden su alma y que en ciertos días se vuelven tan corpóreos; caminando por la calle, haciéndola sentir fuera de lugar, levantando sus largos dedos acusadores para impedirle olvidar que los errores se pagan caro y que la debilidad se castiga. Pero ella cruza la calle, buscando la salida a ese callejón sin salida, confiando ciegamente en que la vida puede volver a ser generosa. La vida es una constante lucha, y ella sólo intenta sobrevivir, volver a creer y, con un poco de suerte, sentirse finalmente en casa.

Soñando

Ella nació cerca del mar en una ciudad no muy grande. Muchas veces soñó en cambiar de decorado, pero siempre imaginó vivir al lado de una playa, en un lugar tranquilo, aunque cerca del bullicio de una ciudad. Nunca imaginó que acabaría viviendo en una gran ciudad, en el centro de un país pequeño, pero lejos del mar. Echa de menos el salitre y el frescor de la brisa marina, pero a cambio tiene parques y bosques. Al final se trata sólo de un cambio de colores, azul por verde, rojo o marrón dependiendo de la estación.
De niña también soñaba con hablar muchos idiomas y recorrer mundo. Ese sueño sí lo cumplió, aunque sólo en parte, siempre habrá cientos de idiomas por aprender y miles de sitios por conocer. La vida es demasiado corta para cumplir todos sus deseos y por eso hay que elegir y eso siempre se le ha dado mal, a ella le cuesta estar segura de sus decisiones y por eso, a menudo, se deja llevar, aunque siempre aprovecha al máximo el camino que recorre.
En sus sueños de niña ella podía hacer todo lo que le gusta: leer, escribir, decorar su casa, cantar, viajar, pero en la vida real parece que los días son mucho más cortos que en los sueños y con los niños, el trabajo y las actividades cotidianas no da tiempo de hacer casi nada. Afortunadamente se puede seguir soñando toda la vida y seguir haciendo cosas mientras se duerme…

Så flink du er til å snakke norsk!

-Så flink du er til å snake norsk! (Que bien que hablas noruego) Dice la matrona en la sala de parto.

-Takk, jeg har vært på kurs og snakker mye på job, det er kanskje derfor (Gracias, he estado en curso de Noruego y hablo mucho en el trabajo, es quiza por eso) Dice Yiyo, mientras sonrie cordialmente entre contracciones.

Esta se a convertido en su reaccion automatica cada vez que alguien a quien conoze por primera vez y a veces alguien ya conocido decide hacer el comentario. Pasa tan a menudo que Yiyo tiene que cuidarse de dejar que la persona termine de hablar antes de que su respuesta le salga automaticamente. Al principio se sentia un poco alagada y medio apenada, pero despues de tres anos de lo mismo, la frase paso de alago a casi ofensa. Cada vez que esto pasa se pregunta a si misma cuando sera el dia que van a parar de decirme lo mismo. ¿Sera que lo dicen por que les parece extraño mi acento y por que no me entienden nada? ¿Llegara el dia en el que pueda tener una conversacion normal en Noruego, menos el cometario? Ella sabe que la gente lo dice con buenas intenciones, pero a ella le parece que quiza esto es una señal de que su Noruego no ha mejorado mucho desde que llego a este pais.

Y es que Yiyo nunca se imagino que estaria hablando noruego sin o con comentario. Fue en su antepenultimo semestre de primavera del 2004 en el que su amiga Nora la convencio de que se fuese con ella a estudiar el siguiente semestre en Paris.
Yiyo todavia recuerda las palabras de Nora como si hubiese sido tan solo ayer:

“Por Fa, ven conmigo. Sera muy divertido. Ademas tu ya no te tienes que preocupar de buscar trabajo el proximo semestre, ya tienes la oferta en mano para trabajar en nueva york el proximo ano. Tomalo como un regalo de ti a ti por haber conseguido ese trabajo, sera un…un…un adelanto. Pides un prestamo estudiantil y lo pagas poco a poco cuando empiezes a trabajar. Imaginate, !Paris! ”

Tres meses despues, endeudada pero feliz, yiyo estaba en un avion rumbo a Paris. Todo salio mejor de lo que se lo imaginaba. El programa de estudio incluia visitas a museos y varios paseos a areas de interes cerca de Paris. Las clases para las cuales tenian que estar presentes eran de Lunes a Miercoles y el resto eran por internet, lo que en otras palabras, queria decir fines de semana de cuatro dias. Para Yiyo, era como un sueno hecho realidad. Podia pintar, escribir, pasear, salir a rumbear, descansar, en fin vacaciones mientras recibia creditos universitarios. Y aunque cada dos o tres semanas tenian que estudiar, despues de haber aguantado el curriculo de ingenieria con sus equaciones diferenciales y calculos por cuatro anos, aquellas seciones de estudio eran pan comido.

Una de las tantas noches de faena, conocio al vikingo. Ella, Nora y unos cuantos de sus companeros de clase estaban en Barrio Latino. Al final de la noche con unas cuantas copas encima Yiyo lo vio por primera vez. – !Que tipaso! penso, mientras bajaba las escaleras sin quitarle la mirada. Aquel hombre la miraba tambien. Era como si el resto del mundo se hubiese desaparecido y solo estuviera los dos, alli, en la noche parisiana, mirandose entre las masas de jovenes medio embriagados que salian buscando a donde terminar la noche. Fueron cinco segundos en los que, despues de 22 anos de no serlo, Yiyo se convirtio en una firme creyente del “amor a primera vista.”

Fue imposible ignorar todas las coincidencias. Coincidencia quiza que hubieran estado en el mismo sitio, el mismo dia, y que se hubieran visto. Pero esto era mas que coincidencia, era destinado a ser. El vivia en Bruselas y estaba alli solo por el fin de semana visitando unos amigos. ¿Que tal que hubieran decidido hacer la visita otro dia? Cuando se perdieron de vista a la salida del local se volvieron a encontrar comiendo kebab en el mismo sitio al mismo momento ¿Que tal que no hubieran tenido hambre, o que hubieran decidido ir a otro lugar? (especialmete considerando que hay cantidad de sitios de kebab en esa area de Paris) El era noruego y habia estado en Colombia, pais natal de yiyo ¿Que tantos noruegos han visitado Colombia? (no muchos, considerando que tiene fama de peligroso en los ojos de los noruegos) El tenia planeado ir de vacaciones a Miami para Navidad. Yiyo volvia a casa, cerca de Miami, para Navidad.

Desde esa noche pasaron todos lo fines de semana juntos hasta el retorno de Yiyo a Miami. Al dia siguiente de Yiyo volver a casa, se encontraron otra vez, en Miami. Yiyo actuo como guia turistica para el vikingo y su amigo. Fueron a la playa, de compras, de rumba. Todo tiempo estuvieron juntos. Navidad la celebraron con ella y su familia. El vikingo se llevo bien con todos durante la celebracion y la pasaron fenomenal. En ese momento, yiyo supo que el viaje a paris, definitivamente le iba a cambiar la vida.

Todo se dio tan natural, tan facil. El vikingo volvio a Bruselas pero siguieron en contacto. Se visitaban cada vez que podian y la llama entre los dos se mantenia pese a la distancia. Yiyo se graduo, el vikingo le propuso matrimonio y solo seis meses despues de haberlo visto en las escaleras de Barrio Latino, se caso con el y se mudaron juntos a Nueva York.

Y eso hace cuatro años. Cuatro años llenos de viajes, de distancias, de mudanzas, de luchas con oficinas de imigracion, de choques culturales pero mas importante cuatros anos llenos de alegria, de sonrisas y de amor.

- Jeg ser hodet! (Veo la cabeza) En til…En til…puste…(Una vez mas, Una vez mas, respira) – de un momento a otro, Yiyo lo ve, no lo puede creer, es madre. – Gratulere Yiyo, det er en nydelig Gutt. Mitt skift er over men snart kommer jordmoren som tar over (Felicitaciones Yiyo, es un niño precioso. Mi dia de trabajo se ha terminado, pero pronto viene otra matrona que sigue de turno) – La matrona le sonrie con ternura, le pasa al nino a sus brazos y se marcha de la habitacion.

Yiyo y el Vikingo miran y miran al pequeno. Todavia parece mentiras. Son padres y saben que de ahora en adelante todo va a cambiar. El vikingo le besa la frente a yiyo y le dice que la ama. En ese instante tocan la puerta y entra la matrona de turno.

– Hei, Jeg heter Kari. Hvordan føler du deg? (Hola, me llamo Kari. Como te sientes?)
- Litt trøtt men kjempe glad (Un poco cansada pero muy feliz)
- Men, due er jo ikke norsk, hvor er du fra? (pero tu no eres noruega, de donde eres?)
- Colombia
- Ja. Ah, men så flink du er til å snakke norsk! (Ah, pero ¡que bien que hablas noruego!)
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
NOTA: usualmente no escribo en español en este computador (Macbook) y el teclado esta en ingles, asi que por ahora no tengo la menor idea de como ponerle tildes a las vocales. Hoy encontre como escribir la ñ y eso fue casi un milagro. Les pido paciencia con la ortografia mientras decifro el teclado y tambien despues de que lo decifre pues hace años que no escribo en español (me mude a USA a los 12 años)

Ella y su mar

inmenso
Parada frente al horizonte, deja que sus ojos se pierdan en la inmensidad del agua, respira ondo, y se da un momento para sentir el viento y el sol pegándole en la cara. Recibe toda esa energía que trae consigo la belleza de las olas, y se siente la más afortunada del mundo, porque en ese momento, lo es.

Desde que recuerda le gustaron las cosas sencillas.

Quizá su familia, sobre todo su mamá, le enseñó a disfrutar de lo simple.

Quizá también le ayudó el estilo de su colegio, cálido, solidario, y católico por cierto: "Amar es servir" decían las monjas, y ella obediente, comprendió lo que más pudo al punto de sentirse muchas veces culpable cuando se siente desvíada del lema.

Quizá también le ayudó haber rozado, por sircunstancias específicas, el lujo y la grandiosidad materiales para saciar la curiosidad tan legítima que nace frente a lo que no se conoce y no se posee, y finalmente darse cuenta que no llenan el corazón.

Se despidió del paisaje y bajó el cerro tirada por su perro y de la mano de su niño, se siente feliz de sus descubrimientos mentales. Ojalá tuviera la facilidad de expresar sus ideas cuando en una conversación llega la hora de sacar a relucir lo de cada cual. Le cuesta, últimamente ha notado que es callada, que cuando no está en confianza prefiere guardar silencio. Piensa que hay personas que hablan muchas tonteras y no sienten vergüenza de hacerlo, tal vez ni siquiera se dan cuenta. ¡Qué fácil sería su vida sin tanto cuestionamiento! sin tanta preocupación por el reconocimiento popular.

Seguramente sus propios pensamientos desvariados la hacen ser una mamá relajada y suave, una mujer discreta.
Una de sus pocas certezas es que el día continúa.

Tiempo Presente

Ella es una mujer de 30 años pero jamás se ha sentido de esa manera, parece creer que toda su vida tendrá 20, al menos en su fuero interno ella siente que no crece, ni madura, sólo aprende de la vida, de sus experiencias pero nada de eso la hace sentirse mayor, sólo un poco mas sabia.


Ella vive en una ciudad que detesta. Iquique es la única ciudad de Chile en la cual jamás pensó vivir pero aún así está aprendiendo a estar ahí, aprende gracias a su hijo que con poco mas de 2 años le enseña mucho mas que cualquier adulto que pasó por su vida, aprende gracias al maravilloso hombre que la entiende y acompaña hace casi 10 años, aprende gracias a que por fin ella ha querido aprender.


Ella tiene algunos secretos de cosas que le han pasado y aun cuando ella no fue responsable de ninguna de ellas, se siente avergonzada de haberlas vivido pero siente mas vergüenza aún de no ser capaz de contarlas, sólo lo saben sus padres y el hombre que la acompaña hace 10 años.


Ella es feliz, jamás pensó serlo pero lo es. Ella tiene problemas, discusiones y disconformidades, como todo el mundo pero es feliz a pesar de eso, ella se dio cuenta que no necesita mucho para ser feliz, es más, ella no tiene casi nada pero lo tiene todo. Ella cree que sólo faltan algunas cosas que harán esa felicidad aún mas completa pero si no llegan, a ella no le importa, ella ya es feliz.


Ella está nerviosa, se ha inscrito en un taller literario lleno de desconocidos. Los desconocidos y los juicios son algo que siempre la han puesto nerviosa e inquieta, sin embargo, ella espera aprender de esta nueva experiencia, crecer un poco más y conseguir algunos nuevos amigos.


Ella está en constante crecimiento y aprendizaje, ella tiene algunos secretos de los que se avergüenza, ella es feliz y esta nerviosa; ella, es Katty.

sábado, 20 de febrero de 2010

Lugar de partida: Colombia

Sentada frente a su casa, ella rememoraba toda su vida y pensaba qué extraños giros del destino la había traído al lugar que se encontraba actualmente. Quizás recordarlos le ayudara a planear su futuro, quizás solo era una tarde ociosa sin nada más para hacer.

Kate había nacido hacía 23 años en una ciudad costera de Colombia llamada Barranquilla, pero dos años después, sus padres habían ido a vivir al interior llevándola a la segunda ciudad más importante del país: Medellín, la bella capital antioqueña rodeada de verdes y gigantes montañas, aunque técnicamente la ciudad en la que ella vivía quedaba en un valle.

Siempre le gustó leer, de hecho fue lo primero que aprendió a hacer, antes de caminar. Al año y medio era capaz de leer un cuento completo “de corrido” y era muy curiosa (demasiado curiosa dirían algunos), su interés por el mundo que la rodeaba parecía no tener fin. Esta cualidad la conservaría durante toda su vida aunque, algunas veces, la metería en varios problemas.

Viviendo en Medellín su familia se expandió, nacieron sus dos hermanas, dos y tres años menores. Ellas, sus papás y un tío que veía de vez en cuando eran su única familia en esta ciudad, pero ella sentía que no le hacía falta nadie más, su hogar siempre lo consideró Medellín, mientras que la costa era simplemente la ciudad a la que iba de vacaciones al mar y la otra familia… bueno, no era familia, eran parientes que veía de vez en cuando.

En el colegio siempre fue buena alumna, un tanto indisciplinada, pero en el plano académico siempre estuvo en los primeros lugares. Ella pensaba que su niñez había sido buena, tuvo varios amigos, hizo un montón de travesuras, jugó lo que tenía que jugar, trepó los árboles que tenía que trepar y sin mayor problemas tuvo su paso a la adolescencia, conoció personas nuevas, tuvo sus primeros romances, afianzó más sus amistades, tuvo sus rebeldías de adolescente (se reía sola al recordar ese sentimiento ambivalente entre ser un niño o un joven adulto que, aún con 23 años, a veces sentía).

Empezó a estudiar Ingeniería de sistemas pero no le gustó esa carrera, en especial porque había sido elegida sus padres y no por ella. ¿En qué diablos habré estado pensando?, se pregunta ahora cuando recuerda ese episodio de su vida – toda esa angustia, todo ese drama, ¿cómo decirles que no era eso lo que yo quería?... pero no sabía qué más hacer, no sabía qué quería hacer con mi vida - piensa. Inevitablemente eso tenía que suceder para encontrar lo que de verdad era para ella, sin embargo ella es más bien testaruda y sigue pensando que muchas de esas cosas se habrían evitado si hubiera sido un poco más firme en sus decisiones.

Nunca pensó en ser traductora (ni siquiera sabía que eso era una carrera) pero cuando presentó el examen y pasó, empezó a asistir a las clases, se dio cuenta que quizás había encontrado algo interesante. Y en verdad que encontró lo que le gustaba, sus cuatro años de universidad le dieron más alegrías que nunca, no sólo en el plano académico (aprendió tres idiomas) sino en el personal: conoció a muchos chicos interesantes, en especial aquel que le sonreía desde lejos y que secretamente quiso pero nunca se atrevió a decirle. Conoció a sus mejores amigos y amigas, recorrió varias ciudades de Colombia, y hasta empezó a soñar con expandir sus horizontes.

Ese sueño no sale de su cabeza, con el sol tibio en su cara y de fondo los ruidos de la ciudad tan familiar piensa que su vida ha sido bastante agradable, pero siente que ya es tiempo de partir. Quiere viajar, visitar otras culturas, conocer otras personas. ¿Quién sabe? quizás esa noticia que llegará en unos meses contenga su tiquete de salida...

jueves, 18 de febrero de 2010

Quienes somos?

La primera propuesta la hizo Kate:

"Podemos empezar este taller con una pequeña descripción de cada uno (un poco más amplia que la información del perfil)pero hablando como narrador omnipresente, es decir, el que habla en tercera voz y describe los hechos y sentimientos de los personajes. Por ejemplo: Esta es la historia de una chica llamada Kate. Vivía en una bella ciudad rodeada por montañas y colinas..."

Así que la usaremos para nuestro primer proyecto: Nos toca escribir un relato corto sobre nosotros mismos, en tercera persona. Recuerden contar de dónde son y donde viven, ya que no todos somos chilenos.

El plazo para subir los relatos es desde ahora y hasta el domingo por la noche (el blog tiene la hora de Chile, es decir -04). Los comentarios, la idea es que se hagan desde el momento en que se sube el post hasta el miércoles, que es cuando cerraremos este capítulo y daremos la tarea siguiente el día jueves.

Que entretenido será conocerlos de esta forma! Nos leemos pronto.

Taller literario: concepto y método de trabajo

Antes de dar inicio a las actividades que desarrollaremos a lo largo del taller, sería conveniente, a modo de introducción, exponer a grandes rasgos qué es un taller literario —considerando también, por supuesto, el importante aporte de las dos compañeras que, previamente, se refirieron a sus experiencias personales como talleristas—, en qué consiste y cuáles son sus finalidades, para luego explicar la metodología de trabajo que aplicaremos durante el transcurso del mismo.

Una primera cosa a considerar es que todo taller literario debe entenderse como un espacio común de encuentro (presencial o a distancia) entre diversas personas unidas por una misma inquietud: la literatura; es decir, en principio —y no es mi intención parecer pelotudamente redundante... o quizás sí—, un taller literario es un grupo humano cuyo denominador común es el interés, el amor o la pasión por las letras. ¡Eureka!

Evidentemente, el concepto de “taller literario” no se agota en el mero hecho de compartir el gusto o afición por la literatura —de lo contrario, una tertulia entre escritores, un congreso de poesía transexual o una orgía de novelistas embarazadas, podrían considerarse como talleres literarios, y, claramente, no lo son—, pues son varios más los requisitos que le dan a un taller de literatura la calidad de tal.

Así, otra característica de los talleres literarios a considerar es su estructura interna y organización —muy simple, por lo demás—, conformada fundamentalmente por un determinado número de alumnos (talleristas) y un profesor cuya tarea es servir de guía en los procesos de aprendizaje y de creación de los talleristas.

De lo anterior se desprende que un taller de literatura es una instancia de trabajo que, si bien nunca debe perder su carácter lúdico, exige cierto grado de disciplina y conducción. No obstante, cabe señalar que la labor del profesor no es la de un catedrático severo, acartonado y erudito, sino la de un simple orientador del aprendizaje y la creación individual, grupal y colaborativo de los talleristas.

A propósito del término “colaborativo”, es importante subrayar que uno de los objetivos que generalmente se pretende lograr con los talleres —y éste no será la excepción— es convertir al grupo humano del comienzo en una verdadera comunidad donde, mediante la comunicación y la camaradería, se trabaje cooperativamente en el aprendizaje teórico-práctico de los saberes y fundamentos literarios que harán a los talleristas mejores escritores.

En cuanto a la finalidad esencial de los talleres literarios, la meta que se persigue y que nunca se alcanza del todo, pues la literatura no es un lugar sino un camino o un río infinito carente de desembocadura, es transformarse en un mejor escritor, corregir pifias, “perfeccionarse” (asqueroso verbo), afinar la puntería literaria, pulir todo lo que haya que pulir y, en definitiva, dominar a voluntad el lenguaje como a una dócil maraca. Hacia ese objetivo apunta también El Telar de las Historias.

Finalmente, en lo que respecta a la metodología de trabajo del taller, ésta será la siguiente: cada jueves, el profesor (o algún voluntario) subirá a este blog un texto expositivo breve sobre algún autor, tema, género o recurso literario, junto a una tarea para los talleristas que consistirá en componer un texto siguiendo las instrucciones o indicaciones que se señalen en la misma entrada. Cada tallerista tendrá plazo hasta el domingo de la respectiva semana para enviar su escrito, el que de inmediato será subido al blog para recibir hasta el miércoles de la semana siguiente la esperada retroalimentación mediante los comentarios del profesor y de los demás compañeros. Esta mecánica se repetirá semana a semana, con el jueves siempre como día de inicio.

En unas horas más, Macarena subirá la primera tarea (la propuesta por Kate) con sus respectivas instrucciones. No duden en comentar si les asalta alguna duda o si algo no quedó lo suficientemente bien explicado.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Otra experiencia y una propuesta.

¡Hola!

Mi experiencia en un taller literario es similar a la de Claudia, la profesora nos ponía a leer cuentos cortos y todos discutíamos sobre el tema (ella nos señalaba aspectos interesantes de cada cuento y cada autor) y luego con base en lo que leíamos, escribíamos un cuento corto (suspenso, drama, terro, erótico etc) y luego lo leíamos frente a todos la clase siguiente y hacíamos comentarios.

Fue una experiencia bastante divertida y enriquecedora (leer y escribir son dos de mis hobbies).

Podemos empezar este taller con una pequeña descripción de cada uno (un poco más amplia que la información del perfil)pero hablando como narrador omnipresente, es decir, el que habla en tercera voz y describe los hechos y sentimientos de los personajes. Por ejemplo: Esta es la historia de una chica llamada Kate. Vivía en una bella ciudad rodeada por montañas y colinas...

Cuéntenme qué les parece la idea (es para romper el hielo).

Saludos a todos.

martes, 16 de febrero de 2010

Mi experiencia en el taller.

Les voy a contar mi experiencia personal en talleres literarios, para ver si nos sirve a todos.

Participo hace dos años en un taller literario con Marco Antonio de la Parra, psiquiatra y dramaturgo chileno. Y trabajamos de la siguiente manera: cada uno lleva un cuento escrito según el tema propuesto la sesión anterior, y después de leídos, los comentamos, pero no "lo que se cae solo", como dice Marco Antonio (es decir lo que es evidente para todos), sino que lo que a cada uno nos pareció: algunos no se entienden, otros se enredan por tantos personajes, algunos son espectaculares, y así.

Este taller me gusta mucho porque hay un ambiente relajado, donde nadie se cree mejor que el otro (personalmente odio los grandes egos), comentamos libros, escritores que leer, películas buenas de ver. Y según Marco Antonio es obligatorio escribir mal, como una manera de relajar los nervios.

Espero que les haya servido mi experiencia, porque de hecho he pensado que sería entretenido que cada uno subiera un cuento según un tema dado (es increíble la cantidad de cosas distintas que se escriben del mismo tema) y así todos podríamos comentar lo que nos parece el cuento.

En fin, ojalá salgamos luego del rodaje y comenzemos ya!

Muchos saludos a todos, y gracias a la Maca por la idea.