lunes, 10 de mayo de 2010

Recuerdo de la infancia

Marita tenía 5 años cuando entró a 1o. básico. Ya en otras ocasiones se había separado de su madre, pero siempre con sufrimiento de por medio. Había ingresado al jardín infantil con su hermana menor, y mientras la pequeña gozaba compartiendo con los otros niños, Marita lloraba en un rincón. Para ayudarla, la madre la inscribió en la misma escuela donde ella trabaja, pero esto no significó ningún alivio, y Marita siguió con el llanto a la hora de quedarse en la sala de clases.
En la nueva escuela la esperaba Sor Ma. Teresa que llevaba 6 años de monja profesa. Tenía harta experiencia con niños, pues había sido ayudante de la profesora de primero básico desde los 19 años, cuando empezó su postulantado.
Sor Ma. Teresa era alegre, cariñosa, bajita y con la cara redonda. Muy distinta a la directora, una moja italiana color tiza, muy seria y disciplinada que daba susto a cualquiera, incluídos los adultos.
La madre de Marita tenía una estrecha relación con las monjas, se conocían desde hace tiempo. Para la fiesta de la Virgen, el 8 de diciembre, la madre de Marita las convidaba al campo a recolectar copihues, y se quedaba con la simpática imagen de las mojas sujetándose los hábitos para encaramarse en los árboles.

Pero poco cambiaban las cosas para Marita, seguía llorando cada mañana que tenía que ser separada de su madre. La bajaba de la camioneta, la tomaba de la mano, y mientras se acercaban a la puerta de la escuela le repetía con entusiasmo "... Qué bien lo van a pasar hoy con tus compañeros... Qué rico correr por la cancha y jugar al pillarse... Se hace tan corto el tiempo de clases...", pero Marita nunca vió nada atractivo en las afirmaciones de su madre.





Ahora que Marita es adulta, tiene ese dulce recuerdo de haber sido de las niñas que lloró al entrar a la escuela. En su mente de adulta, ese gran problema es algo muy lejano. Ya ha pasado tanto tiempo, tantos años en los que, como cualquier persona, fue dejando de a pedacitos su inocencia para abrir los ojos al mundo, con todo lo negativo y positivo que esto significa.

Antes de dormirse, de vez en cuando Marita recuerda su infancia. Una noche tuvo curiosidad de esa monja de cara iluminada y feliz... De la que ya ni recordaba el nombre. Entró a internet, y llegó a un foro de ex alumnos de su antigua escuela ¡Que maravilla! ahí estaban muchos comentarios alusivos al espacio físico de la escuela, a las profesoras y a Sor Ma. Teresa, incluso había fotos de ella abrazando a un par de niños vestidos con ropa chilota. Y a Marita se le vino como un flash el día en que llorando salió de la escuela, dio la vuelta a la esquina y alcanzó a su madre a punto de marcharse. Qué alivio encontrarla, y qué angustia cuando su madre la regresó a la escuela. Ahí estaba Sor Ma. Teresa, quien la recibió y, pasando por entre todos los compañeros que se encontraban sentados, la condujo hasta la salita de atrás de la sala de clases, lugar destinado a colgar los delantales. Marita no levantó la vista mientras escuchó el silencio y los golpes en el trasero que le dio Sor Ma. Teresa con el bolsón. No le dolió.

Esta noche se da cuenta de las marcas que dejó en su personalidad la humillación de la monja, y del dolor, ese que sintió cuando escuchó a su madre contarle a una amiga: "Sor Ma. Teresa me contó que le había pegado".

4 comentarios:

Kate dijo...

Ufff.. este relato me hizo recordar algo de mi infancia... yo era medio traviesa en el colegio y una vez me castigaron mandándome para el rincón (y les salió el tiro por la culata porque me puse a molestar allá también)... cuando le conté a mi mamá... casi se come viva a la profesora... porque eso era el equivalente a maltrato infantil.. en fin, supongo que las secuelas no fueron tan horribles como las de marita, pero seguro que tuve algunas.

Me gustó este relato por esa forma de ir hacia atrás en el tiempo y desvelar el misterio... simplemente atrapante :)

M dijo...

Que dolor me dejó tu relato Maco… pobre Marita... Me gustó tu relato, desde el anterior, que te lo dije, se me hacen fáciles de entender y entretenidos de seguir, aunque todavía me da la impresión de algunas cosas que ”aparecen de repente” y como que no les veo la conexión con la historia, pero son muy mínimas… Creo que tu relato también es un muy buen ejemplo de la tarea, qué mejor ejemplo que una niña obediente, a quien no le gusta ir al colegio, que nunca ha sentido interés ni lo ha pasado bien, pero que no se queja más allá del llanto. Y la única vez que se rebela, que sigue ”el deseo” y se escapa para reunirse con su mamá, la monja le pega… Ay, no soporto la violencia en contra de los niños… Me da mucha tristeza, pero el relato está super bien! Felicitaciones.

Caro Poblete dijo...

Creo que la idea era buena, y la forma de escribirla también pero me paso que lo sentí un relato muy desarticulado. Me costó mucho leerlo, de hecho lo hice varias veces; en la relación con el objetivo de la tarea, La "escapada" de Marita esta tan escondida en tanto detalle de antes y después de ese momento, que si no la menciona la Maca, aun no la veo. Tampoco veo mucho la personalidad de Marita en el relato, no veo los personajes tan dibujados como me habría gustado.
El ambiente si me trae recuerdos a los colegios de monjas, a ese ambiente cerrado y aparentemente protegido, donde uno se sentía cuidada, y en paz.
Un abrazo Maco

(Hice las galletas de avena!)

Afumhue dijo...

Aaaaay, no lo entendí :( La monja le pegó porque se había arrancado y no se acordaba? (si, soy lerda)