domingo, 21 de febrero de 2010

El viaje sin fin

Érase una vez una niña pequeñita pequeñita que salió a caminar desde su casa. Vivía en un pueblo en medio de un bosque, del que nunca había salido, llamado Chile. La niña caminó y caminó, alejándose cada vez más de su casa, donde su mamá le lavaba sus vestidos y le preparaba su comida favorita. A medida que se alejaba de su casa y de su pueblo empezó a ver que fuera de su pequeño refugio, que a ella hasta entonces le había parecido muy grande, habían cosas muy distintas a las que había conocido en su corta vida.

Lo que inicialmente era una caminata, se transformó en un paseo largo. La niña quería volver, pero a cada paso que daba, más crecía su curiosidad por ver qué era lo que había más allá y luego un poco más allá.

Los días pasaron. La niña había recorrido otros pueblos y bosques. Había probado otras comidas, había aprendido palabras en otros idiomas y había vivido de acuerdo a otras culturas. En el camino se había hecho de un pequeño cuaderno en el que iba escribiendo lo que veía, lo que sentía, lo que oía. Como no tenía tinta, se pinchaba los dedos con una espina y con una ramita iba escribiendo sus historias, usando su propia sangre como tinta.

Por el camino conoció a mucha gente. A gente buena y a gente mala. Con el tiempo aprendió a identificarlos y a alejarse de la gente mala para que no le hicieran daño. A veces echaba de menos su casa y a su mamá, pero a medida que se alejaba, su pasado se iba transformando en un recuerdo, en un sueño, o en el recuerdo de un sueño dentro de otro sueño. Apenas podía recordar cómo sabían los guisos de mamá y por las noches, cuando se acurrucaba debajo de un árbol para dormirse, cerraba los ojos y trataba de volver a sentir la mano de mamá acariciándole el pelo antes de dormir, pero no siempre lo conseguía.

Un día la niña se encontró en una ciudad grande. La niña había crecido y se había transformado en mujer sin darse cuenta. La niña pensaba que ese era el final de su viaje. Estaba cansada y ya no sabía adonde ir porque tampoco sabía quien era ella. El largo viaje la había hecho cambiar. Ya no era la niña pequeña que un día había salido a caminar, pero tampoco se reconocía en la mujer que los demás veían. Así que con su cuaderno repleto de historias escritas con tinta roja siguió viajando y escribiendo. Esperaba algún día encontrarse con ella misma, con quien ella era realmente. Cuando la gente le preguntaba hasta dónde pensaba llegar ella respondía que hasta donde la llevaran sus pies. Y cuando la gente le preguntaba hasta cuándo pensaba viajar ella respondía que hasta que no le quedara más sangre en las venas para seguir escribiendo sus historias.

11 comentarios:

Claudia Corazón Feliz dijo...

Como lectora de tus dos blogs, encuentro que acá no está la verdadera escritora que eres. Es bueno el relato, sobre todo el efecto final de la sangre en las venas, pero tú eres capaz de mucho mucho más.

Aunque me gustó harto la figura de un cuento de niños como tu historia de vida.

Katty dijo...

Ya me he acostumbrado a leerte y la verdad me pareció que en este relato trataste de probar algo nuevo, o al menos esa sensación me dejó, porque no encontré a la Macarena que suelo leer.

Es bueno el relato pero insisto en que a veces pareciera que no eres tú.

Kate dijo...

Estoy completamente de acuerdo con Claudia y con Katty, el relato está excelente, pero no veo a la Macarena que usualmente escribe.

El relato me hizo pensar en Caperucita Roja.... en especial el final de la sangre en las venas.

María José dijo...

Me encantó la parte final de la sangre Maca!!! potente total.

Lo que no me gustó fue la reiteración de "la niña"

;)

Hada de Luz dijo...

no entiendo porque dicen q no eres tu al escribir, el cuento te identifica harto y no solo por la historia, sino en la forma q escribes.
he leido otros cuentos tuyos y tienen ese mismo toque, yo pienso q el resto no conoce bien tu forma de escribir y es solo eso, yo te leo desde el principio, he leido TODOS tus blogs, hasta los q nadie más ha visto y por eso me siento con derecho a comentar esto... sorry

Afumhue dijo...

La estructura de cuento infantil me complica un poco. Personalmente no me gusta. Pero es nada mas una impresión personal, porque en lo técnico no te puedo criticar nada. La frase final, de la sangre en las venas fue bastante buena. Tu estilo es inconfundible, no tengo dudas. Yo que tú escribía en formato adulto, pero es lo que a mí me gustaría leer y no es que seas tú la que escribe mal, porque de verdad que algo que criticarte no pude encontrar... aunque se nota que tu cuento no es infantil (para nada) pero una analogía, también el lector debe tener eso en mente al momento de leer

Anónimo dijo...

no es lo que esperaba de ti... y eso es lo bueno. porque a diferencia de la mayoría de las comentaristas que me preceden, aplaudo la experimentación y el negarse a tocar siempre la misma tecla.
el formato cuento infantil es tremendamente estimulante y terreno fértil para el desparpajo creativo. aunque ud. no lo crea (no de ripley), los relatos más perversos, eróticos, obscenos y delirantes de la literatura universal, son precisamente los cuentos infantiles. así que insto a la Maca a insistir en este subgénero, pero ahora con semen, fluidos vaginales y más y más sangre.
sospecho que aún le quedan muchas historias por contar a esta señorita. después de todo, es apenas mujer; aún falta la mejor parte: el regreso a la niñez, el viaje a la semilla.

Tito M.

Nina Giordano dijo...

A mí me encantó! Sale mucho del esquema a que Macarena nos tiene acostumbrados, por eso agradezco esta otra faceta =)
Y coincido con Tito, a veces los cuentos infantiles son mucho más que eso.

Ainhoa Noruega dijo...

A mí me ha gustado mucho Macarena, como todo lo que escribes! siempre está bien ver nuevos registros y estilos :)

M dijo...

Jejeje gracias por los comentarios, pero como ya dijeron, he escrito así muchas veces, no en público, y por lo mismo es algo que quiero probar, algo de lo que quiero aprender.

Maco: me llamó la atención que digas que usé mucho "la niña", ya que ella es la protagonista y como no tiene nombre, no sé como llamarle. Se te ocurre alguna alternativa? :D

Raquel dijo...

Aquí entre nos, fue uno de los relatos que más me gustó. Cuando empecé a leerlo, sin ver quien lo había escrito, me dije: Ay, este tiene que ser de Maca! Me hiciste recordar en cierta forma a Clarissa Pinkola Estes en "Mujeres que corren con los lobos". Admiro mucho tus letras!

Raquel