Se ha pasado todo el día trabajando, un poco de agua fresca es lo que necesita. Mientras se desnuda para tomar un baño, ve su cuerpo reflejado en un pequeño espejo. No le gustan los espejos, pero las mujeres que lo visitan parecen no poder vivir sin la vanidad de verse reflejadas. Claro, hay mujeres más vanidosas que otras, sobre todo la condesa.
Después de secar su cabello, viste pantalones de pescador y una camisa blanca, abierta a medio pecho. Se mira una vez más en el espejo, analiza su reflejo. Tal vez él también posee algo de vanidad. El recuerdo de los labios color carmín vuelve a su mente. Tiene que controlarse, porque si piensa una vez más en ese corsé blanco y apretado…
Respira profundo y mira hacia el mar para distraerse. Cada que parpadea, puede casi sentir esos dientes mordiéndole los labios. Su pantalón se siente de repente más ajustado. Ríe a carcajadas, y decide que la próxima vez se duchará con agua helada.
Ella camina descalza y de prisa, silenciosamente. Nadie debe enterarse que salió de casa, mucho menos a dónde se dirige. Cuando por fin empieza a subir las escaleras hacia la casa de Juan, sabe que está a salvo. Un hombre alto la recibe, con ropa holgada y poco formal. Las horas de trabajo le han dado un aspecto bronceado, que contrasta con su mirada de ojos verdes. Ella es claramente una aristócrata, su mirada y su atuendo la delatan. Lleva puestos un vestido y sombrero blanco. Ambos sonríen, bien saben que no importa la ropa que llevan puesta, lo que importa es la piel debajo de ella.
Sin preámbulos empiezan a besarse, la charla puede esperar. Ella besa su cuello, mientras él la toma de la cintura. No es difícil para él quitarle el vestido, los botones caen al suelo mientras ella le quita la camisa. Los besos siguen, con mordidas juguetonas en los labios. Sus miradas se cruzan y sonríen, mientras las manos expertas de él, ya lograron quitarle los listones al corsé. Debajo se escondían sus pechos, que son redondos y rellenos. El deja de besarle el cuello, para besarla al tiempo en que ella arquea la espalda y queda recostada en la cama. Sus cuerpos desnudos están mas cerca que nunca.
El placer es tal, que es casi imposible pensar, el sabor de su sudor la embriaga. No pueden quedarse quietos y prueban sentarse, pararse y hasta recostarse de lado. Las huellas de la batalla empiezan a aparecer. Rasguños en la espalda de ambos, respiración entrecortada y explosiones de placer. La noche es larga, y tan sólo toman los descansos necesarios, antes de volver a comenzar.
Horas después, miran cansados las estrellas. Nada importa, cuando hay noches como esta.
4 comentarios:
Excelente. Me gusta mucho. Me recordo "Pajaros de Fuego" de mi adorada Anais Nin. Las palabras son necesarias, no excesivas. La imaginacion vuela sin caer en la vulgaridad. El discurso que no se desboca, que entretiene. "Juan del Diablo"? Hasta Manana!
Me recordó a esas novelas tipo "jazmín, bianca"... Me parece que está bien escrita... No sé que más decir, me refiero a aspectos técnicos... :D Pero que bueno que te decidiste a participar!
Me gustan las descripciones, precisas pero dejan también un poco a la imaginación :D
oh, muy bien, Liv, me gustó. interesante el relato; me dejó con gusto a poco (y eso es mejor que dejar con gusto a mucho). lo que más rescato son las múltiples lecturas e interpretaciones que permite el texto. al comienzo no me agradó que el personaje femenino fuera una condesa, pero luego eché a andar mi imaginación y la imagen de la condesa se me hizo más y más sugerente, al punto de llegar a la personalísima conclusión de que todo se trataba de un juego de roles erótico con una mujer noble como protagonista. quizá no sea eso lo que quisiste dar a entender como autora, pero también es cierto que todo lector es también autor, pues toda lectura es una reescritura personal de aquello que se lee. en ese sentido, la mayor gracia de este relato es que, al no contarlo todo, al dejar muchas cosas a la imaginación del lector, permite varias interpretaciones que enriquecen el texto.
no obstante lo logrado del relato, algo no me dejó conforme: el desequilibrio en la extensión entre la narración erótica en sí y los eventos que la circundan. me refiero a que las líneas que dedicaste a la acción sexual resultan mezquinas en relación al total del relato.
muy buen relato, de todas formas.
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