lunes, 12 de julio de 2010

Las cosas sencillas

Siempre me decía que le gustaban las cosas simples de la vida: tomar sopa, caminar descalza por la arena, leer a Neruda, pintarse las uñas. Le gustaba tomarle fotos a todo, cada vez que salíamos, ella llevaba su cámara. Paseábamos por el parque forestal mientras el click del obturador marcaba nuestros pasos. Le gustaba fotografíar las cosas sencillas, la gente de la calle, las palomas, los pacos de las esquinas con cara de aburridos, las micros, los niños en los juegos, los puentes malolientes del Mapocho... Pero ella, ella no salía nunca en las fotos.

- Yo soy la fotógrafa - Solía decirme cuando yo le pedía que posara para una foto - tengo que estar detrás de la cámara, no enfrente de ella.

Yo la amaba con un amor quizás desquiciado, ella era todo para mí. Nunca cuestioné ninguna de sus decisiones, excepto aquella última, la que se la llevó de mi lado.

- Tengo cáncer - Me dijo un día de rompe y raja - Y te digo desde ya que estoy en la fase cuatro, que no quiero tratamientos que me hagan mierda el cuerpo y me alarguen una miseria de seis meses una vida indigna. Fue asintomático, el médico me lo descubrió hace dos semanas y he decidido vivir lo que me queda de vida de la mejor forma posible.

Se me hizo un nudo horrible en la garganta.

- No quiero perderte...
- ¿Por qué te enfocas en lo negativo? ¿No te das cuenta de que te estoy diciendo de que estos últimos meses, días, horas o minutos que me queden, quiero pasarlos contigo?
- Pero si hay algo que hacer... Una mínima luz de esperanza...
- No la hay, y aunque así fuera, me alegro de tener este aviso. ¿Qué tal si hoy por la mañana me hubieran atropellado y ahora estuviera muerta? ¡No habría alcanzado a vivir nada de lo que quiero!

Tenía razón, aunque en ese momento no lo entendí. En ese momento le dije que era egoísta, que no pensaba en nosotros, en mí. Ella, recuerdo, me abrazó muy fuerte, consolándome, como si hubiera sido yo quien había recibido el anuncio de muerte.

Tal como el médico había pronosticado, se fue apagando gradualmente durante esos seis últimos meses de vida. En un intento frenético de, como ella le llamaba, atrapar el mundo en su cámara, tomaba fotos por doquier. En una caja tengo guardadas cientos de tarjetas de memoria con sus fotos. Aún no soy capaz de sentarme con tiempo a verlas. Aún no tengo la fuerza de hacerlo. Yo le pedía que me dejara tomarle alguna foto y ella se reía de mi estupidez.

- ¿Cómo se te ocurre que quiero que me recuerdes así? ¿Con esta cara de muerta?

Yo no la contradecía. Esos seis meses, los mejores seis meses de mi vida, fuí su esclavo. Por las noches se recostaba en mi pecho y la oía respirar con dificultad. Le daba su medicación para el dolor, le hacía cariño, y la sentía alejarse de mí.

Falleció una noche, en el sueño, como suele decirse. Estaba recostada con su cabeza en mi hombro, liviana como una pluma. La quise despertar. Le dí un beso en la frente. La noté fría y rígida, y entendí. Se había ido para siempre. La dejé con cuidado en la cama, fuí a su cosmetiquero lleno de artilugios inentendibles y escogí un esmalte de uñas, uno oscuro que sabía era su favorito y le pinté con cuidado las uñas. Llamé a la funeraria y me avisaron que llegarían en unas horas. Preparé una sopa, serví dos tazones que se enfriaron en la mesa, sin nadie que los bebiera. Fuí por su cámara y tomé una foto de mi mano tomando su mano, con sus uñas oscuras y sus dedos muertos. Me dolieron todas las caricias que nunca recibiría y la certeza de que nunca, nunca más, iba a conocer a alguien que me hiciera sentir lo que ella. La funeraria me encontró recostado a su lado, leyéndole los cien sonetos de amor de Neruda. Días más tarde esparcí sus cenizas en la orilla de la playa, descalzo sobre la arena.

4 comentarios:

Kate dijo...

Casi lloro!... lo mejor es que estaba escuchando él concierto de aranjuez (la parte de la guitarra) mientras leía y se incrementó la tristeza del relato (uhh una idea para un próximo proyecto: música y letras)

Bueno, volviendo al relato, me parece hermoso, excelente el uso del lenguaje para la descripción del entorno y el hilo de la historia es fácil de seguir, sin resultar aburrido.

Me gustó mucho el uso de la fotografía como elemento final del relato. Sencillamente genial.

Yiyo dijo...

Triste pero muy bonita tu historia. Me gusto el titulo y la referencia al titulo en el texto.

M dijo...

Kate: Qué buena idea la de música y texto!!! No se me había ocurrido! Cómo la participación está baja, te parece si para la próxima tarea buscamos música?

Qué bueno que te gustó el relato, me pareció difícil la foto como inspiración, no es que no sea una foto bonita, pero como "musa"... ufff, me costó inspirarme :) lástima que quien propuso la foto ni siquiera haya participado de la tarea, es más, se retiró. En fin...

A buscar música como tarea! Me encantó tu idea :D

M dijo...

Gracias Yiyo :D