viernes, 8 de julio de 2011

ángela

Ángela

Mi mamá llora. Yo no puedo llorar. Quiero consolarla, que me abrace, sentir el calor de sus brazos alrededor de los míos, secarle las lágrimas con mis dedos pero no la alcanzo...

Quiero decirle que no esté triste, que ya no siento nada, que la echo de menos, que echo de menos las noches en que se acostaba a mi lado y me leía mi cuento favorito, las mañanas en que me preguntaba qué quería desayunar, aunque por lo general yo me sintiera tan mal que no era capaz de comer nada...

Echo de menos sus manos suaves bañándome con la esponja, su delicadeza. Echo de menos sus ojos.

Ahora siento dolor. No un dolor físico como antes, otro tipo de dolor, no sé cómo explicarlo. Es como si algo me tirara hacia ella y por otro lado me alejara de ella, es como si algo me desgarrara en dos...

Mi mamá está tan triste y yo estoy triste por ella... quisiera hacer algo.



Susana

Ángela. Ángela. Ángela. Me repito su nombre mil veces mientras la lloro por los rincones. Voy pasando el plumero para sacar el polvo acumulado sobre los muebles, pero... cómo hacer para sacarme el polvo que me cubre el corazón...

No sé cuánto hace desde que no me ocupaba de la casa, de mí... Estos últimos meses han sido terribles, tan terribles... Siento que me duele todo el cuerpo, me siento cansada, agotada, exhausta de preguntarme por qué... por qué ella, por qué mi niña, por qué mi hija... deseando que la enfermedad me hubiera abatido a mí y no a ella, no a mí pequeñita que tanto tenía por vivir... teníamos tantos, tantos planes... no llegamos a ir a la playa como ella quería, se me fue sin llegar a conocer lo que se sentía el caminar descalza sobre la arena...

Tuvimos la intención de llevarla pero, egoístamente, me negué. Llevarla habría significado aceptar el deshaucio, aceptar que ya no había más que hacer, aceptar que se me iba irremediablemente, y eso era algo que mi corazón no podía soportar, que aún no puede soportar... mi niña, mi Ángela, ni angelita... la lloro cada día, a cada instante... por las mañanas, cuando intento que el café del desayuno traspase la barrera en mi garganta le pregunto en silencio qué quiere comer y la recuerdo tan delgadita, tan pálida, tan ojerosa, inventándose desayunos para complacerme. Ella me miraba hacer desde su silla, y yo le servía, le servía lo que ella me había pedido y que jamás podía comerse, pero ambas pretendíamos
que la vida aún era normal. Después de lavar los platos la bañaba. Con cuidado temiendo romperla, temiendo hacerle daño, temiendo que esa fuera la última vez... y por las noches le leía su cuento favorito, aquel en que la princesa vivía feliz para siempre, mientras por dentro me hervía el corazón de rabia y resentimiento porque sabía que mi princesa no viviría para siempre.

Por qué... no lo entiendo, no lo soporto, no quiero... quiero a mi niña conmigo, a mi Ángela...


Ángela

El dolor se ha hecho más fuerte. Estoy tan cerca de mi mamá y a la vez tan lejos y esa luz... algo, algo me atrae. Presiento que si me acerco a la luz este dolor que me desgarra se pasará pero si voy... si voy sé que no volveré a ver a mi mamá... yo sé que ella me siente, ella me habla aún sin verme... y aunque me duela... no quiero dejarla, quiero quedarme con ella, pero la luz, la luz se va apagando, se va haciendo pequeñita y más débil y más lejana... no quiero dejar a mi mamá pero este dolor... la luz...

Susana

Me dicen que la deje ir, que siga con mi vida, que con este llanto y esta pena no la dejo descansar en paz, que si aún siento su presencia junto a mí es mi imaginación o en el mejor de los casos, es su espíritu intranquilo a quien no dejo ir... Mi pequeña, ¿estoy haciendo mal en querer recordarte en cada momento? Daría mi alma por tenerte conmigo un día más, por abrazarte y decirte que te amo,
que fuiste y eres la luz de mi vida, que... sin ti no puedo seguir con mi vida... Siento que la pena me destroza, las lágrimas no me dejan ver y mi corazón no da más de recriminarse... y si hubiera hecho algo más, y si hubiéramos viajado desoyendo a los médicos que dijeron que nada más se podía hacer, y si... tengo tantas preguntas sin respuesta...

Me dicen que siga con mi vida, que haga algo, que no puedo seguir así y yo... yo no quiero dejarla ir... ella es lo único que tengo, lo único que me importa... y me dicen que ya no la tengo, y grito, grito, grito para despertar de esta pesadilla terrible... mi Ángela...

Ángela

La luz... se está debilitando... apenas es un resplandor ahora... el dolor se ha vuelto terrible, como cuando estaba enferma... sé que la luz me sanará pero si voy... si me voy... qué será de mi mamá... pero el dolor... no puedo soportarlo, es demasiado... la luz... mi mamá... la luz... mi mamá... la luz...

Susana

Hoy he dormido en el dormitorio de Ángela, en su cama pequeñita que aún conserva su olor... quieren sacar todo, transformar esta habitación... no quiero... no puedo... no estoy lista... pero dicen que debo dejarla ir, por mi bien... y no puedo soportar la idea de borrarla de mi vida... quiero conservar cada partícula de su esencia, cada una de sus cosas... o debo seguir adelante... no, no quiero...

Ángela

La luz... ha terminado por apagarse. A pesar del dolor he decidido quedarme junto a mamá, aunque ella no me vea, sé que me siente... no fue fácil... tanto dolor por tantos meses... sabía que la luz me lo quitaría, sabía que por fin me sanaría... pero no podía dejar a mi mamá así, sola, sin mí... llorando, triste... me duele pero no me importa... mamá... aquí estoy...

Susana

Hoy vienen a sacar todo de la pieza de Ángela... por fin he decidido dejar descansar a Ángela... he entendido que mi actitud no me hacía bien... he estado viviendo en la ilusión de que Ángela seguía conmigo, en espíritu, si es que eso existe, aferrada a su recuerdo... debo seguir con mi vida, pasar esta etapa y recordar a mi hija como el ser inmensamente especial que fue y que ya no está conmigo ni volverá jamás... seguir adelante... Ángela no está más... debo seguir adelante...

Ángela

La luz... mamá... ya no veo la luz y tampoco veo a mamá... la oigo a lo lejos pero no soy capaz de verla, todo es oscuridad y dolor... me duele... no puedo moverme... busco a mamá, su voz, mi habitación y no encuentro nada, sólo oscuridad... mamá... dónde estás mamá... tengo miedo... me duele...

Susana

La gente tenía razón, apenas me deshice de las cosas de mi hija me he sentido un poco mejor, como si mi vida empezara a rodar nuevamente... me deshice de todo excepto unas pocas cosas que guardé en una caja que me obligo a mirar tarde mal y nunca... porque cada vez que miro las cosas en esa caja me parece oír la voz de mi hija llamándome y preguntándome dónde está la luz... pero guardo todo rápidamente, sacudo la cabeza y me digo que es mi imaginación... de qué luz podría estar preguntándome mi hija... Debo seguir con mi vida, mi hija se ha ido...

Ángela

Mamá... dónde estás mamá... no te veo mamá... ni veo la luz... ayúdame mamá...

2 comentarios:

Azhul Fugaz dijo...

Me pareció muy conmovedor el escrito, es muy fluido y maneja muy bien la psicología de cada uno de los personajes. El final me puso la piel chinita, creo que manejas muy bien los sentimientos del lector.

António Gallobar - Ensaios Poéticos dijo...

Parabens pelo blogue e pela escrita... Muitos parabens, vou voltar

fique bem