domingo, 29 de agosto de 2010
Libertad fantasma
Quince años. Quince largos años llevo confinada a esta silla de ruedas, todo por su culpa. No hay noche en que no sueñe con el maldito accidente ni día que pase sin recordármelo a cada minuto. Éramos jóvenes, teníamos el mundo por delante, planes, queríamos tener hijos, estábamos recién casados. Era la noche de año nuevo, habíamos cenado con la familia de Jorge y Jorge... Jorge había bebido más de la cuenta. Yo me sentía tan feliz, tan plena... A la semana siguiente tenía cita con mi médico para confirmar mis sospechas de embarazo. No había querido decirle nada a Jorge hasta estar completamente segura. Iba pensando en todo esto, en la sorpresa que le iba a dar, cuando sentí el impacto y al segundo siguiente, oscuridad y dolor. Lo siguiente que recuerdo es haber despertado en el hospital, el médico informándome que no sólo había perdido al bebé, también había perdido la movilidad de mis piernas. De la cintura para abajo era un vegetal muerto, jamás volvería a caminar. Nunca sabría que era parir un hijo. Pregunté por Jorge. Él estaba bien, sólo había sufrido heridas leves. Era yo quien me había llevado la peor parte.
Parece que hubiese sido hoy por la mañana. Si cierro mis ojos aún puedo sentir ese diminuto bebé queriendo vivir dentro mío. Me arrastro en mi silla de ruedas por el living. Jorge no ha vuelto del trabajo. Probablemente llegue tarde, como tantas noches, como casi todas las noches. Yo sé que me desprecia, que para él no soy más que un estorbo, pero yo lo amo, lo amo tanto... Si tan sólo él me quisiera un poco de lo que yo lo quiero. Pongo música en la radio. Guns n' Roses, la música de mi juventud perdida. November rain. No puedo evitar llorar a gritos "When I look into your eyes, I can see a love restrained, But darlin' when I hold you, Don't you know, I feel the same, 'Cause nothin' lasts forever, And we both know hearts can change, And it's hard to hold a candle, In the cold November rain, We've been through this, Such a long long time, Just tryin' to kill the pain"...
El dolor... Mis piernas muertas... La puerta se abre cuando suena en el reproductor Don't cry... Jorge me mira con hastío. Cuánto más puedo soportar vivir esta pesadilla que se repite día a día. De pronto lo entiendo todo. Jorge será más feliz sin mí, podrá rehacer su vida, podrá completar todos los planes que algún día me atreví a soñar junto a él. Quiero decirle que es libre, pero Jorge se ha ido a la cocina. Lo oigo abrir el refrigerador. Jorge nunca será libre mientras yo esté viva, si es que a ser un parásito en esta silla de ruedas puede llamársele vida... Talk to me softly, There is something in your eyes, Don't hang your head in sorrow, And please don't cry, I know how you feel inside I've, I've been there before, Something is changin' inside you, And don't you know...
Detrás de los libros está la pistola que siempre guardo a mano. Jorge solía decirme que tenía que aprender a defenderme por si algo pasaba mientras él estaba en el trabajo. Incluso me había enseñado a usarla. La reviso con manos temblorosas y ojos nublados... Don't you cry tonight, I still love you baby, Don't you cry tonight, Don't you cry tonight, There's a heaven above you baby, And don't you cry tonight...
Llamo a Jorge. Se demora en venir. En segundos recuerdo todo lo que voy a echar de menos de esta vida. Quizás no ha sido tan terrible. Quizás si me han pasado cosas que valen la pena... Si sólo Jorge me hubiera mostrado que me amaba... Give me a whisper, And give me a sign, Give me a kiss before you, tell me goodbye...
Jorge no se sorprende de verme con la pistola apuntándome la cabeza. Creo ver un destello de alegría y alivio en sus ojos, un amago de sonrisa, un no-sé-cómo-describir en su cuerpo. Qué estás haciendo... oigo la falsedad en su voz, la falta de preocupación. Me siento tan sola... Lloro con fuerza. Si Jorge me dijera que me ama... Pero sólo oigo su silencio y a Axel cantar en la radio Don't you take it so hard now, And please don't take it so bad, I'll still be thinkin' of you, And the times we had...baby
Jorge... Dime que me quieres... Pero Jorge se calla. Este es el momento que he esperado toda mi vida, que me diga que vamos a estar bien, que me diga que no haga esto, que me ama y me necesita, que soy su vida... Pero Jorge sólo se queda parado con las manos en los bolsillos, lo veo a través de mis lágrimas, como desafiándome a que dispare. Aprieto el gatillo y en un microsegundo alcanzo a ver su cara de sorpresa, cuando he cambiado la dirección al apuntar. Jorge no alcanza a reaccionar. La bala le entra por el ojo izquierdo y veo salir una explosión de sangre detrás de su cabeza que mancha el muro, y Jorge cae al suelo.
Han pasado varias horas. Los detectives me han dado esta hoja de confesión. Dicen que si me declaro culpable la pena será mucho menor. No sé cuántos años de cárcel me esperan. La detective que me custodia no entiende por qué sonrío. And please remember that I never lied, And please remember, how I felt inside now honey, You gotta make it your own way, But you'll be alright now sugar, You'll feel better tomorrow, Come the morning light now baby... La detective no sabe que el cosquilleo que sentía en los dedos de los pies ha vuelto, no sabe que el médico le llama una sensación fantasma y que me ha dicho que es normal en personas que han perdido la movilidad, no sabe que el médico estaba equivocado y que por fin, después de 15 años y después de que Jorge se ha ido, he sido capaz de mover los dedos de los pies. Ella no sabe que sonrío porque por fin he empezado a saborear mi libertad.
viernes, 27 de agosto de 2010
Larga vida al rey
La coronación tuvo lugar en la pequeña capilla de Notre Mère de la Paix. Fue un momento emocionante, cuando el padre ponía la corona en su cabeza, la corona real. Siempre supo que este era su destino: tenía ahora un reino que gobernar, unos vasallos con quienes contar, muchos planes de expansión del reino que su padre le había dejado y que él incrementaría para sus hijos.
También tenía enemigos, enemigos peligrosos, hombres y mujeres que se habían visto impactados cuando las reformas habían puesto de relieve los negocios oscuros que desangraban el tesoro real. Pero no le importaba, sabía que iba a prosperar, sabía que lo que su padre había construido (antes una tierra inhóspita, hoy el centro del mundo) debía perdurar. En su corazón estaba el sentido del deber y ahora la corona en su cabeza le otorgaba el poder.
Sin embargo, ese poder se le otorgaba en un momento de bastante inestabilidad. Se enfrentaba a una corte agitada por intrigas y complots. Se enfrentaba a un reino hambriento que reclamaba justicia. No sabía en quien podía confiar puesto que su propia familia estaba divida entre continuar las tradiciones y morir en el intento, o reformar el reino y seguir hacia un futuro incierto, a un futuro donde quizás ya no haya un reino.
Todo esto lo pensaba mientras se dirigía hacia el atrio principal a saludar a su pueblo. Pasos cortos y firmes, lentos pero seguros. La emoción era tan intensa que empezó a sentir que su corazón se aceleraba, sudaba frío, temblaba. En su cabeza tenía la voz de su padre: "en todo momento debes mantener el porte de un Rey" por lo cual siguió caminando erguido, sin prestarle atención al dolor que empezaba a subirle por el pecho.
Ya faltaba poco para llegar al atrio, afuera escuchaba la voz de su prefecto que lo anunciaba y los gritos de su pueblo que lo aclamaban. De repente una luz brillante cegó sus ojos y luego todo se volvió oscuridad.
Fue el reinado más corto de la historia, el nuevo Rey había muerto de un ataque al corazón aún antes de aparecer frente a su pueblo. Toda la corte agitada clamaba a una sola voz: larga vida al rey.
Curriculum Mortis
http://www.youtube.com/watch?v=NofWe8Cqw44&feature=related
Oscuridad. Luz. Manos viejas de partera. Mi madre sonríe discretamente. Mi padre se toma el bigote orgulloso. Pezón. Leche tibia. Biberón. Primeros pasos. Papá, Mamá, ¡Cabrón!. Sombrerito con mi nombre grabado. Alcohol. Mi madre llora. Mi padre ya nunca se tomará el bigote. Velorio. Ráfagas de pólvora hacía el cielo. Escuela. 1,2,3,4,5. A,B,C,D,E. Pelea. Siempre pelea afuera de la escuela. Mi primer mascota un gallo. Cumpleaños. Juegos, nadie quiere ser el policía. Adolescencia. Mi primer trabajo. ! Ahí vienen los judas! Reformatorio. Más peleas. Más trucos. Adiós inocencia. Libertad. Mi primer arma. Mi primera misión. Mis manos manchadas de sangre. Insomnio. Escalofríos. Arrepentimiento. No hay marcha atrás. Soy uno más. Paquetes de 100 grs escondidos en la cajuela. 1000 Dólares para mí. Fajo piteado con mi nombre. Texana. Camioneta grande. Nadar por el Rio Bravo con 20 kilos pegados al cuerpo. Federales. Mis manos manchadas de sangre. Me limpio con mi pañuelo y sigo adelante. Cantina. Amigos. Ráfagas entran por las ventanas. Suerte. Mi hermano menor se ha ido con mi Padre. Venganza. Rifles Ak47. 5 muertos. Reputación. Casa para mi madre. Comer en la mesa del jefe. Mujeres. Todas las mujeres que quiera. Oro. Diamantes en las cachas. Balas de plata. Camionetas del año. Blindadas. Respeto y miedo. Soy el amo de mi colonia. Avión. Colombia. Mi primer Millón de dólares. Mano derecha de mi patrón. Sobornos. Policía. Gobierno. Iglesia. Poder. Nada más excitante que ver sus caras llenas de miedo. Crecimiento. La mitad de la ciudad es mía. La mitad de lo mío es de mi jefe. Amor a la esposa de mi jefe. No más amos. Cabeza del ex jefe colgada fuera de su casa. 30 muertos a cuestas. Sangre sobre sangre. Más dinero del que se pueda contar. Coca pura. Ejercito y gobernador amigos. Coca inyectada. Caminar sin miedo donde sea. Tráfico. Hombre pobre se cruza en mi camino. Hombre pobre muerto. Más coca. Ordenes no cumplidas. Ayudante muerto. Familia de ayudante muerto. Desconfianza. Mitad de mis soldados muertos. Paranoia. Descuido. La casa rodeada por conocidos. Más gente que tiros en mi Ak 47. Han entrado. Un último tequila. Una última línea. Una última canción. Llamas de colores. Sueño y Oscuridad de nuevo.
Por: Legas
Oscuridad. Luz. Manos viejas de partera. Mi madre sonríe discretamente. Mi padre se toma el bigote orgulloso. Pezón. Leche tibia. Biberón. Primeros pasos. Papá, Mamá, ¡Cabrón!. Sombrerito con mi nombre grabado. Alcohol. Mi madre llora. Mi padre ya nunca se tomará el bigote. Velorio. Ráfagas de pólvora hacía el cielo. Escuela. 1,2,3,4,5. A,B,C,D,E. Pelea. Siempre pelea afuera de la escuela. Mi primer mascota un gallo. Cumpleaños. Juegos, nadie quiere ser el policía. Adolescencia. Mi primer trabajo. ! Ahí vienen los judas! Reformatorio. Más peleas. Más trucos. Adiós inocencia. Libertad. Mi primer arma. Mi primera misión. Mis manos manchadas de sangre. Insomnio. Escalofríos. Arrepentimiento. No hay marcha atrás. Soy uno más. Paquetes de 100 grs escondidos en la cajuela. 1000 Dólares para mí. Fajo piteado con mi nombre. Texana. Camioneta grande. Nadar por el Rio Bravo con 20 kilos pegados al cuerpo. Federales. Mis manos manchadas de sangre. Me limpio con mi pañuelo y sigo adelante. Cantina. Amigos. Ráfagas entran por las ventanas. Suerte. Mi hermano menor se ha ido con mi Padre. Venganza. Rifles Ak47. 5 muertos. Reputación. Casa para mi madre. Comer en la mesa del jefe. Mujeres. Todas las mujeres que quiera. Oro. Diamantes en las cachas. Balas de plata. Camionetas del año. Blindadas. Respeto y miedo. Soy el amo de mi colonia. Avión. Colombia. Mi primer Millón de dólares. Mano derecha de mi patrón. Sobornos. Policía. Gobierno. Iglesia. Poder. Nada más excitante que ver sus caras llenas de miedo. Crecimiento. La mitad de la ciudad es mía. La mitad de lo mío es de mi jefe. Amor a la esposa de mi jefe. No más amos. Cabeza del ex jefe colgada fuera de su casa. 30 muertos a cuestas. Sangre sobre sangre. Más dinero del que se pueda contar. Coca pura. Ejercito y gobernador amigos. Coca inyectada. Caminar sin miedo donde sea. Tráfico. Hombre pobre se cruza en mi camino. Hombre pobre muerto. Más coca. Ordenes no cumplidas. Ayudante muerto. Familia de ayudante muerto. Desconfianza. Mitad de mis soldados muertos. Paranoia. Descuido. La casa rodeada por conocidos. Más gente que tiros en mi Ak 47. Han entrado. Un último tequila. Una última línea. Una última canción. Llamas de colores. Sueño y Oscuridad de nuevo.
Por: Legas
sábado, 21 de agosto de 2010
Relato Musical
Hola a todos/as:
Por lo visto seguimos todavía sin profesor, y como no se han presentado propuestas de profesores invitados, entonces supongo que continuaremos nosotras mismas proponiendo las actividades semanales.
Les propongo que nuestra próxima tarea sea un relato utilizándo música, puede ser subiendo un video de youtube que tenga la canción que queramos. De esta forma podemos explorar la combinación de dos sentidos al mismo tiempo.
La idea es que escribamos un relato y adjuntemos un clip de audio que refuerce lo que estamos escribiendo, por ejemplo: si escribimos una historia divertida podemos utilizar música alegre, si es una historia triste hay muchas baladas y música clásica que lo pueden acompañar, si es una historia de acción, está la música de las películas de acción, etc. La idea es que con la música se resalten las emociones de las letras.
En un comentario les había dejado esta página que explica mejor lo que propongo (omitiendo obviamente la parte física).
Espero que se animen los que andan perdidos, y son todos bienvenidos a presentar sus trabajos :)
Por lo visto seguimos todavía sin profesor, y como no se han presentado propuestas de profesores invitados, entonces supongo que continuaremos nosotras mismas proponiendo las actividades semanales.
Les propongo que nuestra próxima tarea sea un relato utilizándo música, puede ser subiendo un video de youtube que tenga la canción que queramos. De esta forma podemos explorar la combinación de dos sentidos al mismo tiempo.
La idea es que escribamos un relato y adjuntemos un clip de audio que refuerce lo que estamos escribiendo, por ejemplo: si escribimos una historia divertida podemos utilizar música alegre, si es una historia triste hay muchas baladas y música clásica que lo pueden acompañar, si es una historia de acción, está la música de las películas de acción, etc. La idea es que con la música se resalten las emociones de las letras.
En un comentario les había dejado esta página que explica mejor lo que propongo (omitiendo obviamente la parte física).
Espero que se animen los que andan perdidos, y son todos bienvenidos a presentar sus trabajos :)
martes, 10 de agosto de 2010
La niña del lago escondido
Era casi como la leyenda del dorado, excepto que éste lugar era real. Todos los veranos mis amigos y yo íbamos a una casa – campamento en las afueras de nuestra ciudad. Nuestros padres nos enviaban allí para aprender a sobrevivir lejos de ellos, aunque creo que era más bien porque no sabían que hacer con nosotros durante tres meses de vacaciones.
La casa campamento se encontraba ubicada sobre un gran terreno Su mayor atracción era el gran lago frente a los campamentos, pero mis amigos y yo nos adentramos en el bosque y encontramos un pequeño lago rodeado de altos y frondosos árboles. El agua cristalina provenía de una pequeña gruta encerrada por dos grandes rocas. Era nuestro lugar favorito para jugar, porque era privado y porque era hermoso. Allí habíamos construido una casa en uno de los árboles, y amarramos unas lianas con las cuales nos balanceábamos sobre el agua y nos lanzábamos dentro del lago.
Los días se iban en juegos y exploración del lugar. En las noches, encendíamos fogatas y contábamos historias. No recuerdo cuándo fue la primera vez que alguien mencionó la historia de la niña perdida, pero sí recuerdo que me fascinó de inmediato. Una niña perdida en el bosque se ahogó en una cascada muy parecida a nuestra cascada secreta, estaba jugando y no se dio cuenta donde pisó, cayó y se golpeó la cabeza y murió ahogada en el fondo del lago.
A pesar que no le prestábamos atención a esta historia, en las noches sentía una leve opresión en mi pecho cuando pensaba en la niña que se encontraba en el fondo del lago.
Una tarde, mientras tomábamos un descanso de la maratón inicial de juegos, decidí ir a pasear por el campamento. Estaba triste porque extrañaba a mis padres, pero sentía algo más, un impulso que me guiaba firmemente hacia algún lugar específico. No me resistí y me dejé llevar, pronto me encontré mirando fijamente nuestra cascada secreta, y sentí temor por lo que me había traído hasta allí. Una cosa era estar jugando con mis amigos, otra muy distinta era venir sola luego de escuchar la temible historia.
Permanecí allí otro rato más, hasta que al fin sentí la corneta que nos llamaba para la cena. Empecé a regresar al campamento cuando una suave voz me detuvo. Me devolví y vi a una niña, de más o menos mi edad, mirándome con ojos grandes y asustados. Corrí lo más rápido que pude hacia mi campamento y les conté a mis amigos.
Nadie me creyó, por supuesto, dijeron que había sido mi imaginación. Pero yo sabía lo que había visto ¿o no?
Al fin convencí a mis amigos que me acompañaran otra vez, para mostrarles lo que había visto. Regresamos pero no había nada, aunque sabíamos que si algo iba a aparecer, no aparecería inmediatamente, entonces encendimos la fogata y empezamos a contar historias. Al rato me aburrí y como el chocolate que me estaba comiendo lo derritió el fuego y me había caído en la camisa, decidí acercarme al lago para lavarme.
Cuando me agaché para tocar el agua, repentinamente volví a ver el reflejo de aquel rostro que había visto unas horas antes, pero esta vez, antes de poder gritar, unas poderosas manos me arrastraron hacia el agua. Desesperada luchaba contra esa fuerza que me halaba, esperaba que mis amigos hubieran escuchado la caída, o por lo menos notaran mi ausencia, aunque nadie llegaba a socorrerme.
El tiempo pasaba y me sentía más sofocada, más débil. El impulso de respirar se hacía cada vez más apremiante pero las manos invisibles me mantenían firmemente debajo del agua. En cierto momento mi cuerpo no pudo más, mis pulmones se abrieron por reflejo y el agua empezó a entrar en mi cuerpo. Era una sensación de quemazón, de angustia, de terror. Un momento después, todo quedó negro.
Un rato más tarde abrí los ojos y comprendí que seguía en el fondo del lago. Mirándo la noche estrellada supe que esta vez tampoco saldría. Esos niños que estaban en la orilla no se percataban de mi presencia, pero ellos no eran los amigos que hacía ya años me acompañaban el día que caí en este lago y este árbol, con ramas como manos, me aprisionó tan fuerte que no me dejó salir nunca más.
La casa campamento se encontraba ubicada sobre un gran terreno Su mayor atracción era el gran lago frente a los campamentos, pero mis amigos y yo nos adentramos en el bosque y encontramos un pequeño lago rodeado de altos y frondosos árboles. El agua cristalina provenía de una pequeña gruta encerrada por dos grandes rocas. Era nuestro lugar favorito para jugar, porque era privado y porque era hermoso. Allí habíamos construido una casa en uno de los árboles, y amarramos unas lianas con las cuales nos balanceábamos sobre el agua y nos lanzábamos dentro del lago.
Los días se iban en juegos y exploración del lugar. En las noches, encendíamos fogatas y contábamos historias. No recuerdo cuándo fue la primera vez que alguien mencionó la historia de la niña perdida, pero sí recuerdo que me fascinó de inmediato. Una niña perdida en el bosque se ahogó en una cascada muy parecida a nuestra cascada secreta, estaba jugando y no se dio cuenta donde pisó, cayó y se golpeó la cabeza y murió ahogada en el fondo del lago.
A pesar que no le prestábamos atención a esta historia, en las noches sentía una leve opresión en mi pecho cuando pensaba en la niña que se encontraba en el fondo del lago.
Una tarde, mientras tomábamos un descanso de la maratón inicial de juegos, decidí ir a pasear por el campamento. Estaba triste porque extrañaba a mis padres, pero sentía algo más, un impulso que me guiaba firmemente hacia algún lugar específico. No me resistí y me dejé llevar, pronto me encontré mirando fijamente nuestra cascada secreta, y sentí temor por lo que me había traído hasta allí. Una cosa era estar jugando con mis amigos, otra muy distinta era venir sola luego de escuchar la temible historia.
Permanecí allí otro rato más, hasta que al fin sentí la corneta que nos llamaba para la cena. Empecé a regresar al campamento cuando una suave voz me detuvo. Me devolví y vi a una niña, de más o menos mi edad, mirándome con ojos grandes y asustados. Corrí lo más rápido que pude hacia mi campamento y les conté a mis amigos.
Nadie me creyó, por supuesto, dijeron que había sido mi imaginación. Pero yo sabía lo que había visto ¿o no?
Al fin convencí a mis amigos que me acompañaran otra vez, para mostrarles lo que había visto. Regresamos pero no había nada, aunque sabíamos que si algo iba a aparecer, no aparecería inmediatamente, entonces encendimos la fogata y empezamos a contar historias. Al rato me aburrí y como el chocolate que me estaba comiendo lo derritió el fuego y me había caído en la camisa, decidí acercarme al lago para lavarme.
Cuando me agaché para tocar el agua, repentinamente volví a ver el reflejo de aquel rostro que había visto unas horas antes, pero esta vez, antes de poder gritar, unas poderosas manos me arrastraron hacia el agua. Desesperada luchaba contra esa fuerza que me halaba, esperaba que mis amigos hubieran escuchado la caída, o por lo menos notaran mi ausencia, aunque nadie llegaba a socorrerme.
El tiempo pasaba y me sentía más sofocada, más débil. El impulso de respirar se hacía cada vez más apremiante pero las manos invisibles me mantenían firmemente debajo del agua. En cierto momento mi cuerpo no pudo más, mis pulmones se abrieron por reflejo y el agua empezó a entrar en mi cuerpo. Era una sensación de quemazón, de angustia, de terror. Un momento después, todo quedó negro.
Un rato más tarde abrí los ojos y comprendí que seguía en el fondo del lago. Mirándo la noche estrellada supe que esta vez tampoco saldría. Esos niños que estaban en la orilla no se percataban de mi presencia, pero ellos no eran los amigos que hacía ya años me acompañaban el día que caí en este lago y este árbol, con ramas como manos, me aprisionó tan fuerte que no me dejó salir nunca más.
lunes, 9 de agosto de 2010
La cascada de la bruja
Cierta vez encontraron intestinos y sangre en la gruta detrás de la cascada. Se dijeron muchas cosas, entre ellas que eran las tripas que las brujas vomitaban para poder transformarse en pájaros malditos que anunciaban la muerte. Las supuestas brujas después, se suponía, volvían a la gruta, ingerían sus propios intestinos y recuperaban su forma humana. Más tarde se demostró que los intestinos eran animales y surgieron otras teorías, se habló de cultos satánicos y de orgías con animales, pero el nombre, la cascada de la bruja, perduró para siempre.
La gruta es usada normalmente para fiestas entre estudiantes, quienes se desafían los unos a los otros a cruzar la cascada y entrar a la gruta por la pequeña cuesta que rodea el borde, casi invisible para quien no conoce el terreno, y difícil de sortear con el cuerpo sobrio. En lo que llevo de policía me ha tocado ver tres estudiantes ahogados y varios con una pierna rota e intoxicados. Yo mismo, en mis tiempos de estudiante, participé en alguna que otra excursión a la cascada de la bruja. Lo típico era después de una fiesta, cuando el ambiente empezaba a decaer y los grados de alcohol en el cuerpo a subir, alguien proponía ir a la cascada de la bruja. Nadie se negaba. Nadie quería parecer cobarde. Nos íbamos conduciendo con cuidado, de suerte ninguno se mató en un accidente de tránsito, y llegábamos cuando casi estaba amaneciendo. Nos quitábamos los zapatos y los calcetines, nos arremangábamos los pantalones y con mucho cuidado bajábamos primero, afirmándonos con mucho cuidado de alguna planta, algún arbusto, alguna saliente rocosa, hasta la cuesta. De ahí caminábamos un par de metros haciendo equilibrio hasta la cascada. La perspectiva de caer al agua fría nos despejaba la cabeza y lográbamos llegar con éxito.
Dentro de la gruta se sentía la humedad que te respiraba en los huesos, que te helaba los pies descalzos. Encendíamos alguna vela dejada por alguien, o alguna de las nuestras. Era un código silencioso de honor, siempre llevar a la gruta algo que usaríamos y algo que dejaríamos para quien viniera después. Era algo así como un apartamento común. Todos habíamos contribuido a amoblarlo y decorarlo. En las paredes habían pinturas, nombres, fechas, un John Lennon hecho a carbón, una Madre Teresa en tonos tierra. Mi esposa, en ese tiempo mi novia, solía abrazarse a mí y decirme que no le gustaba estar ahí. Había algo malsano en el aire, me decía, y yo aprovechaba de sujetarla con fuerza contra mi cuerpo.
La fiesta solía morir en la gruta. A veces nos quedábamos hasta tarde, desayunábamos cerveza y los restos de la fiesta, esperábamos a que saliera el sol y nadábamos. El agua de la cascada era fría como el hielo, me dolían los testículos de nadar ahí.
Con los años dejamos de ir a la cascada de la bruja. El trabajo, los estudios, la familia, los hijos... No pensaba en la cascada de la bruja hasta el siguiente caso de un estudiante herido o en el peor de los casos, muerto, y volvía a recordar mis tiempos de estudiante. Ayer, sin embargo... Alguien nos llamó diciendo que desde la cascada de la bruja de oían gritos inhumanos. Normalmente no son estudiantes en un día de semana los que circulan por la cascada de la bruja. Pensamos que podía ser alguien herido, así que me dirigí allá con mi autopatrulla y una ambulancia. Me costó bajar hacia la cuesta con mi uniforme rígido y mis bototos militares, además de que los años no han pasado en vano. Con cuidado, recorrí la cuesta hasta la gruta. Los paramédicos esperaban una orden mía para bajar. No escuchaba ni un solo sonido, ni un grito, ni un gemido. Quizás había sido un animal agonizando o alguna broma, o bien la superstición de la gente que a veces juega malas pasadas. De todas formas, me quise asegurar de que no había nadie dentro de la gruta. Entré apuntando con mi linterna y lo que ví... Lo que ví...
En el suelo habían varias frazadas sobre la dura roca. En los muros, aún estaban John Lennon y la Madre Teresa como guardianes borrosos de la gruta, compartiendo el espacio con nombres y fechas que seguramente se habían añadido después de mis tiempos. Al fondo de la gruta, las llamas oscilaban sobre dos velas casi consumidas. Sobre las frazadas, una mujer inconsciente yacía apoyando la cabeza en el muro, las piernas abiertas, desnuda de cintura para abajo y entre las piernas, sus tripas asomando sangrientas. Recordé la leyenda a la que la cascada le debía el nombre, pero entonces ví en un rincón de la gruta un movimiento, me llevé la mano a la pistola rápido y le grite a eso, fuera lo que fuera, que se quedara quieto o dispararía. Una mujer, una anciana, levantó las manos. Me dijo que no le disparara, que estaba desarmada. Me acerqué a ella y ví que tenía las manos llenas de sangre. Siempre apuntándola, me acerqué a la mujer, una jovencita en realidad, cuando la miré de más cerca, que yacía en el suelo. Estaba muerta. Inmovilicé a la vieja, la esposé, y llamé a los paramédicos.
Una vez en el cuartel, interrogué a la vieja. Me dijo que desde hacía años practicaba abortos en la gruta de la cascada de la bruja. El lugar era ideal, oculto, de difícil acceso, la superstición de la gente mantenía alejados a los intrusos y la vieja nunca practicaba los abortos en un fin de semana, porque sabía que los estudiantes podrían acercarse. Después de practicado el aborto lanzaba el feto al agua o lo enterraba por las cercanías. Me dió escalofríos pensar en esos pequeños fetos de forma semi humana hundiéndose en el agua, los estudiantes nadando sobre ellos. Algo había salido mal esta última vez, me dijo la vieja. La chica le había dicho que tenía varios meses menos de gestación de los que en realidad tenía, el bebé estaba cruzado, la chica era débil... Moví la cabeza con pesar. La vieja se iba a llevar al menos 10 años de cárcel por la muerte de la chica y el aborto. Me fui a casa con la cabeza confundida.
Mientras miraba una antigua foto de la cascada de la bruja, le conté a mi mujer lo que había pasado. Siempre te dije que ese lugar estaba maldito, que había algo raro en el aire, me dijo ella. Tomó la foto de mis manos, la miró con detenimiento y me dijo: nunca me había dado cuenta, pero la cascada de la bruja tiene la forma de una mujer pariendo. Volví a mirar la foto. Ví que tenía razón. Las rocas de los lados eran sus piernas, el agua eran sus interiores sangrantes y palpitantes. No me costó visualizar el resto de la jovencita muerta y de su hijo nonato. Sin poder evitarlo, vomité.
La gruta es usada normalmente para fiestas entre estudiantes, quienes se desafían los unos a los otros a cruzar la cascada y entrar a la gruta por la pequeña cuesta que rodea el borde, casi invisible para quien no conoce el terreno, y difícil de sortear con el cuerpo sobrio. En lo que llevo de policía me ha tocado ver tres estudiantes ahogados y varios con una pierna rota e intoxicados. Yo mismo, en mis tiempos de estudiante, participé en alguna que otra excursión a la cascada de la bruja. Lo típico era después de una fiesta, cuando el ambiente empezaba a decaer y los grados de alcohol en el cuerpo a subir, alguien proponía ir a la cascada de la bruja. Nadie se negaba. Nadie quería parecer cobarde. Nos íbamos conduciendo con cuidado, de suerte ninguno se mató en un accidente de tránsito, y llegábamos cuando casi estaba amaneciendo. Nos quitábamos los zapatos y los calcetines, nos arremangábamos los pantalones y con mucho cuidado bajábamos primero, afirmándonos con mucho cuidado de alguna planta, algún arbusto, alguna saliente rocosa, hasta la cuesta. De ahí caminábamos un par de metros haciendo equilibrio hasta la cascada. La perspectiva de caer al agua fría nos despejaba la cabeza y lográbamos llegar con éxito.
Dentro de la gruta se sentía la humedad que te respiraba en los huesos, que te helaba los pies descalzos. Encendíamos alguna vela dejada por alguien, o alguna de las nuestras. Era un código silencioso de honor, siempre llevar a la gruta algo que usaríamos y algo que dejaríamos para quien viniera después. Era algo así como un apartamento común. Todos habíamos contribuido a amoblarlo y decorarlo. En las paredes habían pinturas, nombres, fechas, un John Lennon hecho a carbón, una Madre Teresa en tonos tierra. Mi esposa, en ese tiempo mi novia, solía abrazarse a mí y decirme que no le gustaba estar ahí. Había algo malsano en el aire, me decía, y yo aprovechaba de sujetarla con fuerza contra mi cuerpo.
La fiesta solía morir en la gruta. A veces nos quedábamos hasta tarde, desayunábamos cerveza y los restos de la fiesta, esperábamos a que saliera el sol y nadábamos. El agua de la cascada era fría como el hielo, me dolían los testículos de nadar ahí.
Con los años dejamos de ir a la cascada de la bruja. El trabajo, los estudios, la familia, los hijos... No pensaba en la cascada de la bruja hasta el siguiente caso de un estudiante herido o en el peor de los casos, muerto, y volvía a recordar mis tiempos de estudiante. Ayer, sin embargo... Alguien nos llamó diciendo que desde la cascada de la bruja de oían gritos inhumanos. Normalmente no son estudiantes en un día de semana los que circulan por la cascada de la bruja. Pensamos que podía ser alguien herido, así que me dirigí allá con mi autopatrulla y una ambulancia. Me costó bajar hacia la cuesta con mi uniforme rígido y mis bototos militares, además de que los años no han pasado en vano. Con cuidado, recorrí la cuesta hasta la gruta. Los paramédicos esperaban una orden mía para bajar. No escuchaba ni un solo sonido, ni un grito, ni un gemido. Quizás había sido un animal agonizando o alguna broma, o bien la superstición de la gente que a veces juega malas pasadas. De todas formas, me quise asegurar de que no había nadie dentro de la gruta. Entré apuntando con mi linterna y lo que ví... Lo que ví...
En el suelo habían varias frazadas sobre la dura roca. En los muros, aún estaban John Lennon y la Madre Teresa como guardianes borrosos de la gruta, compartiendo el espacio con nombres y fechas que seguramente se habían añadido después de mis tiempos. Al fondo de la gruta, las llamas oscilaban sobre dos velas casi consumidas. Sobre las frazadas, una mujer inconsciente yacía apoyando la cabeza en el muro, las piernas abiertas, desnuda de cintura para abajo y entre las piernas, sus tripas asomando sangrientas. Recordé la leyenda a la que la cascada le debía el nombre, pero entonces ví en un rincón de la gruta un movimiento, me llevé la mano a la pistola rápido y le grite a eso, fuera lo que fuera, que se quedara quieto o dispararía. Una mujer, una anciana, levantó las manos. Me dijo que no le disparara, que estaba desarmada. Me acerqué a ella y ví que tenía las manos llenas de sangre. Siempre apuntándola, me acerqué a la mujer, una jovencita en realidad, cuando la miré de más cerca, que yacía en el suelo. Estaba muerta. Inmovilicé a la vieja, la esposé, y llamé a los paramédicos.
Una vez en el cuartel, interrogué a la vieja. Me dijo que desde hacía años practicaba abortos en la gruta de la cascada de la bruja. El lugar era ideal, oculto, de difícil acceso, la superstición de la gente mantenía alejados a los intrusos y la vieja nunca practicaba los abortos en un fin de semana, porque sabía que los estudiantes podrían acercarse. Después de practicado el aborto lanzaba el feto al agua o lo enterraba por las cercanías. Me dió escalofríos pensar en esos pequeños fetos de forma semi humana hundiéndose en el agua, los estudiantes nadando sobre ellos. Algo había salido mal esta última vez, me dijo la vieja. La chica le había dicho que tenía varios meses menos de gestación de los que en realidad tenía, el bebé estaba cruzado, la chica era débil... Moví la cabeza con pesar. La vieja se iba a llevar al menos 10 años de cárcel por la muerte de la chica y el aborto. Me fui a casa con la cabeza confundida.
Mientras miraba una antigua foto de la cascada de la bruja, le conté a mi mujer lo que había pasado. Siempre te dije que ese lugar estaba maldito, que había algo raro en el aire, me dijo ella. Tomó la foto de mis manos, la miró con detenimiento y me dijo: nunca me había dado cuenta, pero la cascada de la bruja tiene la forma de una mujer pariendo. Volví a mirar la foto. Ví que tenía razón. Las rocas de los lados eran sus piernas, el agua eran sus interiores sangrantes y palpitantes. No me costó visualizar el resto de la jovencita muerta y de su hijo nonato. Sin poder evitarlo, vomité.
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