domingo, 25 de abril de 2010

Tareas domésticas (La rana que quería ser una rana auténtica - Augusto Monterroso)

lápices de niñitaLas manchas de la alfombra, la suciedad pegada en la cocina, la tierra bajo los sofás, son parte de la interminable lista de tareas de Irma. Esas en las que se maneja con profesionalismo, que la hacen gozar, a través de las cuales demuestra amor (como diría una alumna aplicada de alguna doctrina sectaria). Pero no siempre ha sido así. Es cierto que algunas tareas se le hicieron simples desde el principio, y otras no tanto.

Luego de varios dolores de espalda descubrió que no había un producto para limpiar el piso y lograr ese brillo perfecto que prometía el envase. Experimentó, hasta que llegó a la no poco laboriosa misión de 4 pasos: barrido, aspirado, lavado y, secado con tela seca.

El guiso de perejil también le había salido complicado. Años de probadas desabridas y fuertes tuvo que resistir para llegar a la receta perfecta, la favorita de la familia.

Irma era casi una súper mujer dentro de la casa.

Casi, porque su piedra en el zapato era el lavado de ropa. Todos los días alguien se quejaba, como en las series norteamericanas, de su camiseta blanca ahora rosada, de su camisa celeste, ahora lila, de sus jeans claros, ahora rosados, y los calzoncillos... Obviamente todos rosaditos. La querían mucho, y las quejas le llegaban de manera respetuosa casi siempre, a no ser que alguien amaneciera de mal humor, como es normal en la mayoría de las casas. Estaban acostumbrados, y ya no era motivo de pelea, pero sí de mucha frustración para Irma, que veía truncada su realización.

Como en los cuentos felices, un día Irma ideó un plan, cambió detergente, separó ropa, eliminó fibras, mejoró la temperatura del agua, y por fin dominó esta labor rebelde. Era realmente muy difícil de creer, cómo estaba contenta esta gente, lloraban y reían, y abrazaban al doctor que sentenció: "Señor, niños: la mamá espera una mujercita".

viernes, 23 de abril de 2010

Brillo en la opacidad.

Érase una vez una chica adolescente a mitad de los 80's. Era una chica cualquiera buscandose una identidad propia. Había muchas opciones para elegir y no sabía cual tomar. Tenía 18 años y se decía a sí misma que no tenía prisa en decidirlo como la mayoría de sus amigos que ya estaban envueltos en un rollo propio en alguna sub cultura o en lo más comercial del momento dado el caso. Estaba esa moda pop con sombreros, mallones y sacos de hombreras enormes, estaba el heavy metal con su big hair, estaba el agonizante punk, el recién nacido gothic, incluso el rollo de Madonna y las chicas materiles. Ella no sabía cual elegir, daba vueltas en torno a su guardarropa en pos de algo que la hiciera sentir bien con ella misma. Probó prácticamente todo. Un día la podías ver emocionada dando saltitos oyendo Holiday lo mismo que el mes siguiente haciendo headbanger y jurando que amaba a Mötley Crüe y que se iba a inyectar whisky en las venas como Nikky Sixx. En realidad y secretamente se sentía más cómoda escuchando grupos como Alex Sex Fiend que oyendo a Bananarama y a The Bangles. Así que tampoco fue extraño verla de repente vestida de colores oscuros y con crepé hecho en el cabello. Se paseaba sonámbula escuchando cintas de David Bowie y leyendo a Edgar Allan Poe, le gustaba, se sentía bien en ese mundillo. Hasta que...
Hasta que un día su hermana y una de sus más cercanas amigas fanáticas de las películas de Molly Ringwald y Patrick Swayze, arduas oyentes de Michael Jackson y A-Ha empezaron a críticar su estilo y a burlarse de ella. De inicio las ignoraba, pero sus constantes y mordaces comentarios empezaron a hacer mella en su incipiente autoestima. Había pocos como ella, era más frecuente ver chicas y chicos con cabello a lo Miami Vice que con una mohicana y con crepé. Empezó a preguntarse si había elegido la opción adecuada, ya que le importaba lo suficiente lo que los demás opinaran de ella como para hacer dudar su propio juicio. Así que volvío a dejarse llevar por la valiosa opinión ajena dejando la propia de lado...lentamente comenzó a despojarse de su indumentaria para dar paso a la moda pasajera que estuviera en boga en ese momento, a encajonar sus cintas y viniles para oir a quién se pusiera de moda y alocara a su hermana la normal y a sus amigas las lindas. Mc Hammer, Vanila Ice, basura, sólo basura le parecía...Así pasaron los años, hasta que dejó su adolescencia y se convirtió en una adulta que reprimía la mayoría de lo que le gustaba. Uno de esos días de trabajo en sábado informal se le ocurrió ir con una de las tantas camiseas de grupos que secretamente adoraba y apilaba en el clóset...por un momento temió ser mal mirada por llevar una camiseta de Siouxsie con Robert Smith. Uno de sus compañeros, más o menos de la edad se acercó y alabó su playera, comentándole que él en sus años mozos había sido punk. Ella se sintió halagada hasta el punto de no sólo agradecer, si no de sonreír. Un par de horas despues, escucharía a su compañero hablar con uno de los encargados de área sobre ella:

-Pues tiene futuro...pero no sé hay algo en ella que no me termina de convencer.
-¿Cómo qué es?
-No sé, como que le falla algo de autenticidad o seguridad en su personalidad, y necesitamos a alguien seguro para este proyecto. Le falta pasión.
-¿A razón de que lo notaste?
-De que se reprime un poco o no se encuentra a sí misma. Mirala, es taaaan fresita aparentando ser alternativa...sólo observa su playerita...Lástima. La creí más genuina y sólo es una pose de rudeza para una chava fresa. Hubiera llegado lejos en éste proyecto.
-Pues ni modo.
-Será para otro, chequemos el trabajo de Karina.

Ella sintió como si le cayera agua fría encima. Tantos años, tantos años, dejando todo de lado, su música, su ropa, lo que de verdad había querido estudiar. Todo para que en un momento cumbre en su trabajo alguien con ojo crítico notara su auto-engaño. Se sentía como un plato de ancas de rana a las que hubieran confundido con un pedazo de pollo. Vil.


(La rana que quería ser una rana auténtica, Augusto Monterroso.)

jueves, 22 de abril de 2010

Encuentros

Hace rato que Ana no maneja, así que el tiempo de la oficina a la casa y de la casa a la oficina, aunque sea poco, para leer salva. Por eso un largo fin de semana en la playa, con el último libro de la historia del tío perdido en Usa, es un plan total para degustar en forma lenta su placer nada de culpable. Desde hace mucho que ella lo ama, como escritor por supuesto, y ha leído todo lo que ha escrito. Es unos años menor que ella, cosa que antes no sabía; se lo imaginaba muy joven, pero no, es casi de su generación. Sonríe, es placer lo que le provoca el ocio y la lectura, bajar por la larga escala que lleva de la casa hacia el camino y luego de las rocas a la playa.

Tiende el pareo y moldea la arena con los pies desnudos, acomodando el cojín Doisneau; saca los cigarros y el encendedor, los lentes y los fonos, sintoniza a John Mayer; un ritual de mañanas de niebla, donde apenas se divisa gente, de tardes de veranos añejos y de los que vendrán, con pocas variaciones. Abre el libro y el marca-pàgina está donde terminó de leer la última vez. La azafata esta dando las indicaciones de abrochar los cinturones de seguridad, apagar los celulares, acomodar los asientos y a los pocos minutos siente el vacío bajo sus pies, ese vértigo al despegar el avión de la tierra; mira a la gente que abre sus periódicos, acomodan sus bolsos, hablan en voz baja.

Y lo mira a él; llevan varios viajes juntos; lo acompaña en el intento de transcribir su infancia, de su padre y la desaparición de Carlos; la ultima vez él le mencionó que estaba pensando dejar la historia hasta ahí, “quien soy yo para desenterrar y exponer la vida privada de la familia”; ella toma su mano que sostiene un whisky, y le dice:

- Nadie que se pierde por su voluntad puede ser feliz, Alberto, no es lo que decía tu amiga? de alguna manera es tu historia también. Que genial habría sido haber crecido en Los Angeles, y luego volver a Chile, haber tenido papá y mamà juntos, al menos por un rato, haber tenido vida de cabro chico, todas las películas que viste, los amigos y los juegos, los viajes con el abuelo, y este talento bestial para poner en letras de molde tanto vivido. Sabes que te entiendo, y aunque hay tantas cosas que no se, somos tan iguales en esa soledad pegada a los huesos, ese autismo como lo llamas tu, que no es mas que tiempo que le robamos al mundo para vivir nuestros propios mundos, para escribir, leer y encontrarnos. Tienes que contar esa historia, en una de esas te salvas tú también.

La mira pensativo, emocionado, y se queda pegado mirando la ventanilla del avión, traspasando el aire: “Ana”, la siente, pero esta solo. En el asiento contiguo solo hay un libro, su libro, impreso. Lo abre y cae arena, y un marca-páginas de pluma.

Cuento: Continuidad de los parques, de Julio Cortázar.

miércoles, 21 de abril de 2010

La Perra

Yo era gorda, bajita, pecosa y de pelo enrulado, de un rubio amarillo como paja seca. Las Perras en cambio, oh, como me gustaba llamarlas "Las Perras" en secreto, era todas delgadas, altas y de pelo liso y rubio claro sedoso. En cortas palabras, ellas eran lindas y yo era fea. Mi único atributo era tener los senos ya desarrollados y ponía la atención sobre mi pecho en cada ocasión que podía. Solía llenarme de caramelos los bolsillos de la blusa. Los chicos no podían evitar dirigir sus ojos hacia mí, caramelos y tetas, aún indecisos en esa edad entre la niñez y la adolescencia. Me gustaba que me miraran.

Yo envidiaba tanto a Las Perras como ellas me envidiaban a mí. Se hacían mis amigas, fingiendo como serpientes venenosas listas para morder mi mano, pero siempre supe que me miraban en menos. Yo no era como ellas y me lo recordaban a cada instante, sin embargo yo tenía algo que ellas querían y que para ellas era imposible conseguir: Mi padre era dueño de una librería.

Cómo gozaba en cada cumpleaños al que me invitaban, en un patético intento de recibir de mí un libro de la librería de papá. Y cada vez me daba el gusto de verles la cara de desilusión cuando abrían el pequeño sobre que contenía la postal de Recife. Siempre les regalaba las mismas postales, con el mismo paisaje y el mismo mensaje con palabras estúpidas como "fecha natalicio" y "recuerdos". Ellas nunca aprendían. Eran sencillamente idiotas.

Había una, la Perra Pequeña, como me gustaba llamarle, que era la más patética de todas. Yo no sé si la odiaba o la despreciaba, tal vez las dos cosas. Le gustaba leer y me daba asco que se rebajara hasta lo imposible por un miserable libro. Me imagino que lo hacía porque tenía esperanzas, conseguir un libro era algo posible de que sucediera, yo en cambio me había resignado a mi grasa, a mis cortos centímetros y a mi pelo imposible, lo único que me quedaba era mi rencor. Yo nunca sería como ella, sabía que se sentía superior a mí, pero ella no se daba cuenta de que era yo quien tenía el poder, era yo quien decidía y era yo, al final, quien la sometería a la humillación final. Yo estaba harta de sus comentarios a mi espalda, de que dijera que "Dios le daba pan a quien no tenía dientes", de que se riera junto a las demás Perras en la clase de gimnasia.

La Perra Pequeña me pedía libros prestados. Yo se los entregaba como si fueran un trozo de mierda de perro recogido de la calle, como si no me interesaran, y mi plan surgió efecto: La Perra Pequeña se obsesionó con los libros y cual adicto, quería más y más. Un día le dije que tenía un libro que sabía le interesaba hace tiempo: El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.

Oh, pobre idiota. Aún me la imagino llegando a casa ilusionada, pensando en que al día siguiente tendría en sus manos un librote gordo que le llevaría muchos días leer, soñando con el libro, esperanzada y feliz. Nunca pensé que sería tan tonta y que mi venganza, deliciosa venganza, sería tan fácil. Al día siguiente apareció por mi casa a la hora convenida. Abrí la puerta con el placer cosquilleándome el vientre. Ahí estaba ella con los ojos húmedos de Perra Callejera, con la boca abierta de Perra hambrienta y las manitos extendidas en una muda súplica pedigüeña de Perra Desamparada. No la hice pasar. Una Perra Maloliente como ella no merecía entrar en mi casa. Me tomé mi tiempo para observarla, para mirar y recordar cada detalle de su persona patética, y le dije, mirándola fijamente a los ojos, que le había prestado el libro a otra niña y que volviera al día siguiente a buscarlo, a la misma hora.

Ese día pensé que mi plan no iba a resultar. El libro, como dije, era grande, y nadie, ni siquiera un adulto, podría haberlo terminado a tiempo. Pero la Perra Pequeña demostró cuan estúpida era y volvió al día siguiente, con la misma cara de Perra Lastimera a buscar el libro. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero fueron muchos días, hermosos días en que me reía de ella en el colegio, en que ella me sonreía y me hacía gestos de amistad pensando en que ese sí sería el día en que más tarde, parada en la puerta de mi casa, recibiría el libro de mis manos. Me gustaba alargar su tortura, a veces le decía que el libro me lo habían devuelto, pero que como no la había visto, se lo había prestado a otra niña. La Perra Pequeña entonces vivía pegada a mí, esperando por una señal divina, esperando por el libro con el que soñaba.

Un día todo se vino abajo. Mientras le repetía la eterna excusa de que el libro lo había vuelto a prestar y que volviera al otro día, apareció mi madre a mis espaldas. Sentí que el corazón se me caía al vacío. Yo era como papá, baja y gorda, pecosa y de pelo seco. Ella, mamá, en cambio, era una Perra Hecha y Derecha. De niña, lo había visto en antiguas fotos, era idéntica al grupito de Perras que hacían mi vida imposible. Yo sé que me odiaba en secreto y que se despreciaba a ella misma por haber parido algo tan repugnante, algo tan distinto a ella. Y fue ella, la Perra Madre, quien nos pidió explicaciones y le dijo a la Perra Pequeña que el libro jamás había salido de la casa, que podía llevárselo y quedárselo todo el tiempo que quisiera. Juro que vi que la Perra Pequeña flotaba cuando se alejó de mi casa con el libro dulce y fuertemente abrazado.

La Perra Pequeña nunca me devolvió el libro, y aunque lo hubiera hecho, no se lo habría recibido. Cuántas veces me imaginé ese momento, ella devolviéndome el libro y yo tomándolo con la punta de los dedos, acercándolo a mi nariz y dejándolo caer, diciéndole que el libro olía a perro, o a caca de perro, y yéndome, dándole la espalda, sin volverme a mirarla. Pero eso nunca sucedió.

Años después volví a encontrarme con la Perra Pequeña. Ella se había convertido en escritora y yo era dueña de la librería de mi padre. Apenas vi su libro con su nombre en grandes letras carmesí corrí a abrirlo. Busqué desenfrenada entre sus hojas mi nombre, mi aspecto, mi grasa y mis pecas, algo sobre mí. Había solo un pequeño relato. Una mierda de cuentito en el que hablaba de sus sentimientos y en el que me pintaba a mí como un monstruo, sin mencionar, claro, cómo se burlaban ella y las demás Perras de mí y de mis tetas inmensas. Contaba el episodio del libro llamándolo tortura china. Lo leí una, dos, mil quinientas setenta y ocho veces. Sonreí cuando cerré el libro. A veces vuelvo a leer ese pequeño relato y sigo sintiendo el mismo cosquilleo de placer con cada una de sus palabras.


(Cuento Modelo: Felicidad Clandestina de Clarice Lispector)

martes, 20 de abril de 2010

En la casa de Dios.

Cuando el hermano Marco se ordenó, los curitas de blanco le dijeron que allí encontraría la salvación, pero los curitas de blanco eran muy estrictos y tenían muchas reglas: había horas para dormir, para jugar, para rezar, para estudiar. Sentía que su vida estaba controlada y bajo vigilancia constante y el hermano Marco sentía que en ese vino de consagrar se colaban unas pepitas que lo adormilaban.

El hermano Marco no era demasiado inteligente, pero era muy sagaz con las cuentas, por lo que uno de los curitas de blanco le delegó la responsabilidad de los presupuestos. Todos los días debía sumar y dividir en las planillas las operaciones financieras básicas. Pronto fue capaz de organizar el presupuesto mensual del monasterio para que el rector no se diera cuenta del pequeño pero constante hilito de dinero que desaparecía de las arcas.

En los libros de cuentas figuraban los alimentos, las verduras, los pagos de los servicios, las sábanas, los detergentes, el jabón líquido, las medicinas con sus precios cotidianos, pero el hermano Marco hábilmente aumentaba los precios, dividía los porcentajes y alteraba las cifras para obtener esa ganancia extra que tanto atesoraba.

Pero, ¿por qué el hermano Marco ponía en riesgo su reputación, su hogar, su espiritualidad y su integridad quebrantando el cuarto mandamiento? Porque en la soledad del monasterio, con la vida de abstinencia aburrida y las pepitas somníferas, el hermano Marco recuperaba pacientemente el tesoro que le fue robado cuando lo declararon mentalmente inestable y lo encerraron en ese tal centro llamado “Instituto mental: La casa de Dios”.

(Cuento modelo: La rana que quería ser una rana auténtica, de Augusto Monterroso)

lunes, 19 de abril de 2010

La dinámica del taller

Tengo que verme en la obligación de subir esta entrada en medio de una tarea debido a algunas preguntas que me han hecho.

A ver... el taller, lo explico de nuevo, funciona de la siguiente forma: Tito es el profesor, quien nos da la tarea a escribir cada primer y tercer jueves del mes. Apenas sube la tarea pueden empezar a subir sus escritos. El plazo para subir los escritos es desde que se sube la tarea hasta el lunes subsiguiente, es decir, tienen un plazo de 11 días para pensar, escribir y subir al blog lo que han escrito. Por favor, NO suban escritos después de ese lunes. Es entendible que en algunos casos hay otras cosas que hacer y no queda otro momento, por eso les recomiendo que apenas puedan, hagan su tarea y la suban y no que esperen hasta último momento.

Desde el lunes en que ya no se pueden subir las tareas hasta el miércoles dos días después es el tiempo en que comentaremos los escritos de nuestros compañeros y compañeras. Sí, también tenemos que comentar lo que los demás escriben, porque en un taller literario en el que la gente se reúne en persona, los demás escritores comentan los escritos de los compañeros, y este taller virtual no será la excepción. Si alguien desea escribir y que le comenten pero no comentar a los demás, les sugiero que busquen a alguien que les pueda corregir sus textos en privado, ya que el taller lo creamos de forma de hacerlo lo más similar posible a uno real y con interacción de todos los participantes.

Alguien me preguntó porqué hay gente que se ha inscrito y no ha escrito. No lo sé. Solo hay una persona que me avisó que iba a estar ausente por un tiempo y esa persona es Katty. Yo le he enviado invitaciones a todos los que me han pedido, mas allá de eso, no puedo hacer. Tampoco puedo obligar a nadie a escribir. Es un taller voluntario, en el que NO le estamos pagando a Tito por el tiempo que se toma en hacer las correcciones/críticas ni por darnos las tareas cada semana. Quizás si fuera un taller en el que se paga todos participarían activamente porque no quieren perder el dinero... No lo sé. De todas formas, el compromiso más que con los compañeros de taller es con uno mismo. Si a uno le gusta escribir y quiere mejorar, practicar y aprender, este es un buen lugar.

Alguien me dijo que quizás algunas personas que han dejado de escribir lo han hecho porque "sienten que sus escritos son peores que otros". A eso no puedo responder porque nadie me ha dicho eso. Si alguien deja de participar porque cree que los demás escriben mejor, me parece una tontería, esto no es una competencia de quien escribe mejor o peor, a nadie le daremos un premio ni le publicaremos un libro por escribir acá. El único objetivo es tratar de aprender y de hacer lo que nos gusta: escribir.

Para terminar, estoy súper agradecida de la labor de Tito y de quienes han decidido participar en el blog y lo han hecho. Por favor, respeten los plazos y comenten los escritos de los demás participantes.

viernes, 16 de abril de 2010

Primero leo, luego escribo

Antes que nada, disculpen por el retraso en subir la tarea de esta semana. Tuve problemas -digamos- de organización personal y de mala onda del tiempo hacia mi persona. Ahora, a lo que nos convoca.

Una vez transcurridas las primeras semanas de taller y en vista de que de a poco han ido soltando la mano, es tiempo de comenzar a pulir la pluma. Por ello, como soy un convencido de que el mejor método para "perfeccionar" la escritura es leer vorazmente, el ejercicio de esta semana vincula lectura y escritura. La idea es que lean tres cuentos cortos (que a continuación propondré), elijan uno y escriban su propio relato breve imitando el estilo o la temática del texto seleccionado. Los cuentos a leer son los siguientes:

a) Continuidad de los parques, de Julio Cortázar.
b) La rana que quería ser una rana auténtica, de Augusto Monterroso.
c) Felicidad clandestina, de Clarice Lispector.

Una vez que hayan elegido uno de los tres cuentos y que, posteriormente, hayan escrito su propio relato usando aquel texto como modelo, deben publicar su creación acá en el blog. Además, deben señalar entre paréntesis en el título en cuál de los tres cuentos se inspiraron. Recuerden que tienen plazo hasta el lunes subsiguiente para subir los textos al blog.

Playing with fire.

Soy una mujer complicada, del mañana...siempre dejo muchas cosas para mañana en lugar de hacerlas al instante. Me gusta atrapar a esa hadita odiosa llamada Inspirancia que ya no gusta tanto de sentarse en mi hombro a canturrear mientras yo me dedico a dibujar, a estudiar o a escribir, ya no viene. La llamo y la llamo y no aparece, es una jodida perra. ¿Por qué me complico la vida? Tal vez porque no estoy hecha para una existencia llana. A veces me interno entre sombras, corro, giro y me caigo, alguna veces. Otraz grácilmente brinco los obstáculos o sólo los tiro. ¿Necedad?
Como cuando voy de juerga y aunque se que el cigarro me provoca dolor horrible de cabeza y resaca me fumo media cajetilla en cadena. O se que no debería beber tanto y me tomo muchos litros de cerveza...o como en este caso, me pongo a jugar con fuego al pararle bola a un pendejo que amé mucho en su momento y que también me hizo sufrir demasiado hasta no hace mucho. Ajá. Despues de ya prácticamente un par de años de pelear constantemente, de ser amigos dos días y mandarnos al coño 3 meses, de soportar sus bajezas de como se pasea con una lagartija precolombina en mi cara...dije...a la pito, voy a ser tan cínica, polígama y puta como me plazca y como lo fuí hace unos años, donde sólo me concierne una persona: YO. Tal vez no elegí a la persona más adecuada para reanudar mi perrez: mi ex-porkchop. Es un test a mí misma. Sé Perra, sé Perra es la consigna. Usarlo. Así como debe ser. Un juguete, de muchos, en una caja. Así que cero que te influya...supongo que se siente un dios y ni imagina que pensaba en una chica mientras me hacía sexo oral en el estacionamiento de la zona federal aduanera. Cuando leo Como Agua Para Chocolate casi nunca soporto las ganas de seguir leyendolo y lo devoro hasta que lloro con Tita. Y sueño con Pedro. Me puse a cantar pontos de umbanda mientras curaba al gato y lloré mucho sobre el porque no quería que muriera y todo lo de los últimos malos días salió ahí. Me sentí Tita, haciendo riachuelos salinos. Pero no, sólo fueron algunos charcos. Hoy amanecí menos desecha y me fuí por la mañana fría canturreando a New Order. Me salvas música, te amo.

domingo, 11 de abril de 2010

¿Pasa algo?

Inhalador. Muchas veces me siento ridícula poniendo tan sólo palabras separadas por puntos. Pero de eso, a recurrir a los puntos suspensivos… Suspiro. Recuerdo cuando tus suspiros se escribían entre paréntesis, no sé ni porque me acuerdo de ti, tienes ojos saltones y cara de Grenouille. La película del perfume me gustó. Espera, es Perfume porque se trata de un título. Onomatopeya: meh, argh. Escribo tonterías con el fin de que estas tengan coherencia, pero nada tiene coherencia.

Odio los pueblos. Extraño las ciudades. Me fascina el anonimato, odio que todos pongan atención a lo que hago. Estornudo. Bueno, fue falso el estornudo, pero mi mente trabaja más rápido que mis dedos al teclear. Tendría que estar algo tonta para que fuera al revés. Y eso que escribo rápido, sin ver el teclado. Hablando de completas estupideces. Escucho el ruido de … nada. Si aquí nada pasa. Es mi mente y mi juventud encerrada la que grita. “¿Qué demonios haces aquí? ¿A qué te dedicas?”.

Antes era lindo gritarle a los extraños que se compraran una vida. Ahora yo compro una. Se compra vida, cualquier cosa que me saque de la monotonía de las cuatro paredes. Primer mundo. No sabía que el primer mundo eran tan aburrido. Será que la vida campirana no me da. Y aquí dicen que es una ciudad. JAJAJAJAJA. Perdon, pero mi risa cínica no puede ser descrita de otra forma. No me hagan reír. Ciudad con un maldito bar y tres restaurantes. Supongo que cuando tenga 95 años, me gustará tener una vida así de segura. Segura y aburrida. Extraño sentir, extraño vivir. Firmé mi carta de despedida a vivir cuando me vine para acá. He hecho el intento. No sirvo, estoy muerta en vida. Y eso es que no ha pasado nada dramático. El problema es ese, que no pasa nada, nunca pasa nada.

Otro suspiro, esta vez fue profundo. De forma curiosa, a veces llegan a mi vida personas que estaban abandonadas en un rincón, y de repente aparecen, a decir “hola” y se van. Soplo al viento, mucha diferencia debí haber creado. Tengo comezón en la nariz. Eso es un acontecimiento. Debería escribir un libro, un libro sobre el aburrimiento, cuyo eslogan sea: “si lees mas de 5 palabras y no te aburres, te devolvemos tu dinero”. ¿Qué escribes? Nada trascendente, aquí nada trasciende, no pasa nada. Con Grenouille, me refería al asesino del perfume. Curiosamente buscar imágenes de él, da por resultado sapos. Incoherente. De eso se trataba.

martes, 6 de abril de 2010

Sola

Que no se me arrastre se ensucia pero después seca se sopla este alambre quedó muy abajo es que no lo puse yo verdad que está alla abajo solito lejos de mi hace tiempo que no nos separábamos la tía tiene cara de bruja que lata darle un beso al director por favor que Diosito lo tome si le toca avacuar hacia el cerro las casas cayéndose la estampida en contra comprar más perros son pésimos estos plásticos otra vez se me olvidó debajo de la escala el suelo de la pieza de planchar las botellas de agua los bidones vacíos el baño de él lo postergo sus espacios no son prioridad floja y mala el golpe que me dio el sol al salir por la puerta lo recuerdo ahora en la nuca me toma una parte del cuello no quiero estas camas que se las lleven el colchón me molesta menos en el día soy amnésica no quiero noche ni frío ni ruídos desconocidos en el celular del vecino el té de la vecina el ciruelo el cumpleaños de nuevo la arena en los zapatos me duele la siento como cuando me dolían las cejas las niñas se reían en la ropa usada que se debe haber caído entre las termitas que en el río igual habían y en todas partes nos vamos pa la argentina con las manzanas en el techo de la carpa y al final de mi estadía terminamos no juntándonos no les importó que yo estaba allá que eso nunca pasa siempre ellas ocupadas ahora que no tenemos 18 quiero poner la bandera me falta el mástil en la ventana pero no flamea y esa es la gracia mi amor te extraño quiero botar todo lo que me dejaron otros tener lana nueva para la solidaria y para la mía me conformo con cualquiera pido pocos proyectos para las canciones de misa con esas voces tan dulces y femeninas cuando se me ponían los pelos de punta y las lágrimas caían bastante fuerte se nota el movimiento del monitor mas nunca contestó y hoy hablé con ella después que toco mi frente caliente y pesada agotada y acá seríamos felices juntos.

guata

pensé que estaba en problemas, se me apretó la guata, pero poco, igual poco. igual ha pasado ene tiempo, igual el contacto es repoco, no así el cariño, pero es eso, cariño. cuatro de la mañana, vueltas y vueltas, le ayudo a bb, pero en que, si hay un solo pc como la gente, y esa cosa es en pc, pero no puedo dormir, debería venderlo, pero me darían tres chauchas, igual salva, pero los cables molestan, me apestan, y ahora sin lentes peor, pa tirar el lcd pa adelante, se ven peor. no se, no seria buena idea venderlo, pero igual falta la silla, de esas del homecenter, claro que tendría que pedirla a la pata el auto, sino en micro como, filo. nunca estuve enamorada, no alcanzó, esta claro; yo amo a v., para siempre. solo que es una de las mejores personas que he conocido, y esa sensación de vida en común, de casita feliz, desayunos en cama, los muebles, el auto, era rico. tengo esta teoría cuadradita ahora, tan clara, ojala me acuerde mañana que onda, pa decirle que no es necesario que se case. que sepa que no me desvele por ella, o sea!, igual era tema, la sensación no fue buena, pero no era pa tanto. no había resultado nunca, es loco, no me acuerdo cuando ni porque, pero hace rato que lo supe. esa onda depre de no quererse y el sexo, igual tema. una idea seria hacerle atún con mayo y tomate y choclo pa que se lleve a la u., aunque alomejor solo le gusta con lechuga. total si no se lo lleva que lo deje en el refri. igual salva, o un cheque restoran pa que se compre un buen desayuno, pa que no ande con la guata vacía todo el día. aunque busque no tengo memoria de momentos totales en la cama, solo uno, en la pared de madera, sin la sensación física de cuerpo tocado, o de alma tocada a través del cuerpo, eso total. g. tal vez, pero no me acuerdo, que loco no acordarse de como fue el sexo con otras gentes. sigue tecleando, deben ser como las cinco calculo, ni idea, si prendo la tele me quedo dormida mas rápido. ok, mañana le digo, que me presente a la polola, no altiro, claro, y filo, no me hago mas atado. transparencia, claro que las explicaciones, como que no le interesan.

pd1. gracias macarena por la invitacion
pd2. no se si se pueden poner imagenes, sino, la saco :o)
pd3. que bueno estar aca

lunes, 5 de abril de 2010

Yogurth

Escribir sin pensar, eso fue lo que entendí. Pero cómo se escribe sin pensar? es casi como hablar sin pensar, lo que no es tan difícil tampoco, pero no se me ocurre nada. Me angustia esta sensación de falta de espectativas, de no saber lo que viene, de que no se me ocurra nada inteligente ni nada novedoso ni nada sexualmente atractivo. Me da vueltas lo que hablamos por la mañana, la felicidad que dura lo que dura un orgasmo y siempre me quedo con esa sensación de algo inconcluso, como si quisiera decirle tantas cosas pero fuera inutil. Y la ensalada de yogurth natural con mango tiene un sabor raro, no malo, pero inesperado. Me pregunto como sabria de esparcirla sobre su abdomen y comérmela a langüetazos. Dulce y agrio, pero rico. No me gusta el yogurth, pero el yogurth yogurth, no el yogurth que él podria interpretar como otra cosa. Sacrificio. Hambre. Me habría gustado ver esa película y los cerdos durmiendo con los niños y los niños engordados como cerdos. O se llamaba engorde? La película nunca es mejor que el libro. Le falta alma, aunque sea de papel. Anoche ví tres arañas. Malditas. Si tuviera el poder de jugar a ser Dios las aplastaría con mi zapato, pero ellas son más fuertes y más hábiles que yo, cerebros minúsculo y venenosos , asquerosas. Las odio con todo mi ser. Me preocupa que viva deprimido. Seguro es el litio y no los neurotransmisores. Le pondría los neurotransmisores, que palabra mas dificil de escribir sin pensar, en su lugar. No es buena idea ponerle nueces al yogurth natural, sabe amargo y raro, pero quizas sea como con él, a veces dulce, a veces amargo, deprimido la mayoría del tiempo. No se da cuenta de que todo lo que le digo se lo digo en serio. No sé que pensará la verdad. Que es una broma. Que no se lo que quiero. No sabe lo que me cuesta decirle cada palabra, confesarle cada desliz. Es como si le fuera infiel a el. Es estupido, lo se, pero me avergüenza que sepa mis faltas a pesar de su amplio vocabulario pornografico. A veces hago la analogia de que el se ha prostituido pero sigue siendo virgen. Si yo le enseñara... La distancia. Hay una sombra que me imagino que me visita, oigo sus pasos y veo su contorno, pero se que noe xiste. Me gustaria cantar bonito y tener chasquilla. Quizas entonces me sentiria talentosa. Listo. Se acabaron los pensamientos. Me quede pensando si era lengüetazo en vez de langüetazo pero supongo que dependera de la talla del zapato y del porte de las manos. Ahora a seguir sinsentideando la vida. Me queda la mitad del yogurth, no se si pueda comérmelo, nunca me han gustado los pelos en la boca.

domingo, 4 de abril de 2010

Guardando las apariencias

¿De verdad pensaste que iba a quedarme tranquila, de brazos cruzados? Te lo advertí mil veces, a mí nadie me hace daño ¿me oíste? Nunca me escuchaste, como ahora, y sigues ahí, con esa sonrisa estúpida que tanto odio. Por la mierda, cómo odio esa sonrisa, pero esto jamás te lo viste venir, que algún día iba a descubrir tus juegos, tus mentiras. ¿Alcanzas a escuchar el llanto de tu madre? Vieja arpía, que sufra por haberte criado como lo hizo. Nunca me quiso, y hoy ni siquiera ha sido capaz de mirarme a los ojos, no se da cuenta que los tengo hinchados, ¡Dios! Debo verme fatal, necesito un espejo pero el que tenía estaba en el carro. No soporto el calor, debí haberme puesto falda en vez de este pantalón pero, al menos yo, necesito seguir guardando las apariencias, o crees que no sé que tu secretaria era tu amante, además debo soportarla acá ¡en mi propia casa! abrazando a mi hija. Claro, si lo que lamenta es que se le acabó la buena vida, estas putas son todas iguales; piernas largas, pelo bien tinturado, uñas impecables, mucho perfume, como si yo no supiera que todo eso es pagado con mi plata. ¡Pero qué mierda!, al menos hubiera tenido la decencia de taparse el escote, bueno, es mucho pedir, estas mujerzuelas no conocen esa palabra, sino no estaría acá. Que te llore sinceramente, la muy perra, porque junto a la bruja de tu madre deben ser las únicas que lamentan tu muerte, hace muchos años que no lloro por ti, estas lágrimas no son de pena, desgraciado, son porque no doy más de felicidad, el plan salió perfecto y mañana no tendré que soportar tu olor a alcohol y sexo al despertar. Te lo advertí hace mucho, conmigo no se juega, pero no me hiciste caso, y no me dejaste más remedio que cortar los frenos de tu carro. Lo único que puedo agradecerte hoy, bastardo, es que hayas decidido manejar borracho.

jueves, 1 de abril de 2010

El dolor

Pensar, pensar y pensar, es lo único que hago últimamente, ¿será que sí? Y ¿qué tal que no? ¿Qué mas hago? Preguntas y preguntas, pero no puedo detenerme a pensar en las preguntas, necesito soluciones inmediatas. Pero justo cuando me siento a escribir se me va el pensamiento, la mente se me pone en blanco, ¡bonita gracia! hoy cuando más te necesito huyes de mí. No me puedo quejar, está calientito aquí, aquí es seguro y cómodo… demasiado cómodo. Si sigo así me voy a enfermar de verdad y por ahora no me puedo enfermar, y hay tanto por hacer, todavía tengo que enviar los papeles… qué cantidad de papeles, no puedo creer el exceso de burocracia, ay quiero volver a los tiempos simples, donde el dolor era menos. ¿Por qué ahora?, ellos dicen que es el estrés, yo siento algo raro, pero no le quiero dar importancia, y ¿qué tal que esos extraños sepan? ellos no van a saber, no me conocen, no pueden verme. Tengo miedo, esa es la verdad, el futuro es incierto, tengo miedo porque quiero ir, pero la vez no quiero. Yo me conozco, no soy capaz de vivir el día a día, tengo que planear, organizar, no quiero ilusionarme, pero creo que ya estoy ilusionada y sigo luchando contra el dolor, las pastillas lo calman un rato pero ahí sigue. Hay un enano gritando en mi cabeza, me duele el corazón.

El monólogo interior y el fluir de la conciencia

Una vez publicados y comentados los textos de presentación con que dimos inicio de forma satisfactoria a las actividades de creación de nuestro taller, es hora de subir la apuesta y aventurarse a desafíos más retadores (o retos más desafiantes). Es por eso que ahora nos internaremos en las oscuras aguas del monólogo interior y el fluir de la conciencia, dos técnicas narrativas contemporáneas que tuvieron su apogeo en el siglo pasado y cuya vigencia perdura con la misma fuerza de entonces.

Si bien ambas son productos de la influencia del psicoanálisis, el monólogo interior y el fluir de la conciencia son dos modalidades diferentes, pero que en su conjunto pueden definirse de la siguiente manera: técnicas narrativas por medio de las cuales los pensamientos de los personajes son revelados de forma tal que parecen no estar controlados por el autor. Su propósito es el de revelar los sentimientos y emociones más íntimos del personaje en el mismo instante en que se producen consciente e inconscientemente. El narrador relata impresiones fugaces en forma incoherente, sin un determinado orden temporal. Tanto conciencia como inconsciente fluyen libre y caóticamente, sin una organización lógica y con un narrador cuya única función es transcribir los pensamientos -que no son pronunciados verbalmente por el personaje- tal cual son eyectados por su mente. Cuando esta escritura automática es tan delirante que incluso carece de puntuación e incurre en errores ortográficos, se trata de un fluir de la conciencia. Cuando ese mismo caos al menos se ciñe a la sintaxis y la ortografía (literal y puntual), estamos en presencia de un monólogo interior.

Ejemplo de monólogo interior: "Secretos en las esquinas. De puntillas en chinelas por miedo de que se despierte. Luego preparándolo. Sacándolo. Maruja y la señora Fleming haciendo la cama. Nunca se sabe quién lo manipulará a uno cuando esté muerto. Lavado y champú. Creo que cortan las uñas y el cabello". (Fragmento de Ulises, de James Joyce.)

Ejemplo de fluir de la conciencia: "el día que estábamos tumbados entre los rododendros en Howth Hesd con su traje gris de tweed y su sombrero de paja yo le hice que se me declarara sí primero le di el pedazo de galleta de anís sacándomelo de la boca y era año bisiesto como ahora sí ahora hace 16 años Dios mío después de es beso largo casi perdí el aliento sí dijo que yo era una flor de la montaña sí eso somos todas flores un cuerpo de mujer sí ésa fue la única verdad que dijo en su vida y el sol brilla para ti hoy sí eso fue lo que me gustó porque vi que entendía o sentía lo que es una mujer...". (Fragmento de Ulises, de James Joyce.)

Y ahora la tarea para esta semana: Escribir un relato empleando el monólogo interior o el fluir de la conciencia. El tema es libre y la extensión, de un máximo de 2.000 caracteres. Tienen plazo hasta el lunes para subir sus textos al blog. (Sé que se trata de una técnica compleja, pero esto es juego y experimentación, así que no hay excusa que valga. Cualquier duda o aprensión, háganmela saber por este mismo medio. ¡Suerte y a escribir se ha dicho!)